Kos es una pequeña isla griega ubicada donde las aguas del Egeo ya bañan las costas turcas. Como muchos de los archipiélagos helenos, el principal motor económico del lugar es el turismo, que en estas fechas atrae tanto a clientes como a trabajadores extranjeros que llegan hasta la isla para incorporarse temporalmente a las plantillas de hoteles y discotecas. Uno de esos trabajadores es Jon Quel Sola, pamplonés de 24 años que ayer vivió el terremoto de 6,7 grados en la escala de Richter que sacudió la isla y otras partes del Egeo y Turquía, dejando al menos dos muertos, un centenar de heridos (algunos muy graves) y numerosos destrozos en el casco antiguo de Kos. El seísmo pilló a Jon Quel en la calle y no sufrió ningún daño. Pero no le libró de vivir “los ocho, diez segundos más largos” de su vida.
Quel está pasando su segundo verano en la isla. Ya estuvo en 2016, cuando fue contratado por una cadena hotelera griega para engrosar la plantilla de un grupo de animadores de espectáculos. Este verano, Quel ha vuelto a Kos para seguir haciendo bolos como acróbata en el Galaxy Hotel (donde vive durante estos meses) y otros 12 establecimientos de la zona, entre los que se encuentra el prestigioso resort Kipriotis. Era aproximadamente la una de la madrugada (hora local, medianoche en España) cuando la tierra se agitó. El epicentro del terremoto se registró cerca de la ciudad de Bodrum, en Turquía. La onda sísmica se notó en muchas localidades de la zona. En la turca Mugla, por ejemplo, donde el sacudón produjo fallos eléctricos e hizo a varias personas saltar por los balcones (hay hasta 80 heridos leves por este motivo, según recoge El País de una televisión local); en la península de Datca, donde hubo cortes de electricidad y la sacudida fue brutal, según las autoridades; y también en Esmirna, la tercera ciudad del país. También hablan de que durante horas estuvo activada la alerta por un posible tsunami que, al final, no se produjo. Pero es en Kos donde más daños se han registrado.
dos muertos y cien heridos Allí el temblor ha provocado daños muy importantes en el centro histórico de la ciudad, “donde se han derrumbado dos edificios”. Hay dos muertos, y cerca de un centenar de heridos. El terremoto ha agrietado el puerto, y los barcos que iban a atracar se han tenido que volver. Muchos bares han perdido la terraza, y las motos, masivas en la isla, se han desperdigado por el suelo. También con el temblor se cortó la luz. Y el agua, que se fue con la sacudida y todavía no ha vuelto. Jon Quel lo vio desde la calle: “Se caían trozos de pared de los sitios, de los tejados. No he pasado tanto miedo en mi vida”. De hecho, Quel recuerda que al llegar a una plaza donde confluyen varios hoteles “todavía estaba temblando” del susto. “Después del terremoto todo el mundo salió a la calle: algunos cogían los coches y las motos y se iban pitando, hacia el monte, porque incluso en esos primeros momentos se especulaba con la posibilidad de que se produjese un tsunami, aunque el epicentro estuviese a 30 kilómetros”, reflexiona Jon Quel. La primera sacudida -“bestial, como nunca antes he notado”, narra a través de una nota de voz de Whatsapp- fue la primera y más fuerte de muchas otras que le sucedieron. “Después del primer terremoto vinieron muchos más, de menos fuerza, pero que también movían todo. Yo noté por lo menos 8 movimientos claros, que serían de unos 3.5, 4 puntos en la escala de Richter, y que se producían con una cadencia de unos tres, cuatro minutos entre sacudida y sacudida”, precisa Quel, quien está a punto de terminar sus estudios de Magisterio en la UPNA. Una vez pasados los primeros compases de histeria llegaron las sirenas de los vehículos de emergencias, que “han sonado sin parar toda la noche”. Los responsables del protocolo de seguridad acordonaron las zonas más afectadas, e impidieron a Jon Quel y el resto de personas el acceso a los hoteles. “Nos dijeron que hasta pasadas 12 horas no podíamos volver a los hoteles. Hemos pasado toda la noche en la calle, sin pegar ojo, y bastante asustados”.
Ya por la mañana, la Policía y los servicios de emergencia permitieron a los turistas (que las autoridades locales estiman en torno a 180.000 en la isla) volver a sus alojamientos. También a Jon Quel y el resto de miembros del staff de los hoteles. “He conseguido dormir algo cuando nos han dejado volver al hotel, pero todavía había réplicas: la lámpara no paraba de moverse”. Concretamente, la agencia de noticias griega ANA cifra en alrededor de 200 las réplicas que se han podido sentir desde la primera toma. Quince de ellas habrían sido de una intensidad superior a 4 puntos.
La zona hotelera en la que actualmente vive y trabaja Jon Quel, que está a cinco minutos de donde se han producido las muertes, no es la zona más castigada. Por ejemplo, el centro de la ciudad sigue precintado, y el alcalde Yorgos Kyritsis habla ya de daños “muy severos”. Sin embargo, todavía no sabe si esta noche y las siguientes tendrá que trabajar en los espectáculos: “Estamos a la espera de lo que nos diga el coordinador”. Lo que sí es claro es que los ecos del terremoto se seguirán notando: “Nos han dicho que habrá más temblores esta semana”.