Washington - Los republicanos del Senado de Estados Unidos no han logrado ponerse de acuerdo para encontrar un reemplazo a la ley sanitaria que impulsó el expresidente Barack Obama, pero tampoco son mayoría aquellos que quieren optar por derogarla sin alternativa, como pretende el presidente, Donald Trump. La incapacidad de los senadores republicanos para encontrar un consenso alrededor de esta cuestión supone el mayor fracaso legislativo del presidente en los casi seis meses que lleva al frente de la Casa Blanca, ya que tumbar el sistema sanitario de Obama fue una de sus grandes promesas de campaña.

El presidente de EEUU, Donald Trump, culpó ayer a los demócratas y a “algunos republicanos” del fracaso en el Senado de su plan de salud para desmantelar y reemplazar la reforma sanitaria de Barack Obama, al tiempo que dejó claro que seguirá intentando cumplir esa promesa de campaña. “Fuimos abandonados por todos los demócratas y algunos republicanos. La mayoría de los republicanos fueron leales, fantásticos y trabajaron muy duro. ¡Volveremos!”, declaró Trump en Twitter.

En la noche del lunes, otros dos senadores republicanos sumaron su negativa al proyecto de ley presentado la semana pasada para revocar y reemplazar la conocida como Obamacare, por lo que los votos no daban para su aprobación en el pleno y el líder de la mayoría conservadora, Mitch McConnell, anunció que abandonaba esos esfuerzos.

Sin embargo, McConnell indicó que sometería a voto un proyecto que sí logró el consentimiento de la Cámara Alta en 2015, y que fue vetado entonces por Obama, con el objetivo de derogar la ley sanitaria y darse un plazo de dos años para lograr un nuevo proyecto alternativo.

El líder demócrata en el Senado, Charles Schumer, dijo que el “segundo fracaso” de los republicanos en aprobar su propio texto demuestra que “el núcleo de la propuesta es inviable” y les invitó a trabajar juntos en una ley duradera que reduzca las primas y mejore el sistema.

Según los estudios de la Oficina de Presupuesto no partidista del Congreso (CBO, en inglés), entre 22 y 24 millones de personas perderían su cobertura de salud en los próximos diez años con las propuestas conservadoras.

La derogación total y limpia de la ley sanitaria de Obama era el objetivo de los ultraconservadores; sin embargo los más moderados, en cuyos estados Obamacare ha ampliado el acceso a la salud de forma exponencial, no pueden permitirse el desmantelamiento del sistema, por lo que ya ayer han tumbado cualquier alternativa al respecto.

Es el caso de las senadoras Lisa Murkowski (Alaska), Susan Collins (Maine) y Shelley Moore Capito (Virginia Occidental), con cuyas negativas la derogación pretendida por Donald Trump no tiene futuro alguno. Aunque el multimillonario instó la pasada noche a la derogación sin alternativa, la imposibilidad de esa postura le ha llevado a asumir ayer que su propio partido no encuentra el camino para ello. “Creo que probablemente estamos en la posición en la que dejaremos que Obamacare fracase, no nos vamos a responsabilizar, no me voy a responsabilizar”, dijo el mandatario al ser preguntado por los periodistas en un encuentro en la Casa Blanca. “Dejaremos que Obamacare fracase y luego los demócratas vendrán a nosotros”, agregó. “Manténganse al tanto!”, dijo el presidente.

Segundo fracaso Esta nueva propuesta que ha fracasado era la segunda presentada por el liderazgo republicano del Senado, que se vio obligado a retirar su primer plan en junio ante la oposición de sus legisladores más conservadores y de los más moderados. Al igual que la anterior, la ley contemplaba fuertes recortes a las ayudas para el programa de acceso sanitario a los más pobres, conocido como Medicaid, algo que rechazan los senadores republicanos más centristas. La nueva versión proporcionaba aproximadamente 70.000 millones de dólares en fondos adicionales que los estados podrían usar para ayudar a reducir las primas de los seguros médicos, mantener bajos los costos y hacer que el cuidado de la salud sea más asequible.

La ley sanitaria de Obama ha tenido problemas en su implementación, falta de alternativas de seguros en algunos estados, y el incremento de los precios de los mismos por la falta de más oferta en otros casos; sin embargo, ha proporcionado acceso a la salud a más de 20 millones de personas desde su entrada en vigor en 2010. Conscientes de su falencias, los demócratas han tendido la mano a los republicanos para trabajar en políticas de mejora, siempre y cuando se mantenga la estructura y los principios de la ley, por la que por ejemplo las aseguradoras se ven obligadas a ofrecer servicios básicos así como a no elevar los costes de las pólizas por enfermedades previas, algo que antes llevaba a muchas familias a la bancarrota. “Es hora de seguir adelante, es hora de empezar de nuevo”, dijo ayer el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.

“Los republicanos deben trabajar con los demócratas en un proyecto de ley que reduzca las primas, proporcione estabilidad a largo plazo a los mercados y mejore nuestro sistema de salud”, reiteró.

Schumer, veterano senador por Nueva York, también rechazó la afirmación del Partido Republicano de que los demócratas no han estado dispuestos a trabajar con ellos sobre la ley sanitaria, argumentando que Trump, junto con los líderes republicanos en la Cámara y el Senado, comenzaron el debate político rechazando la entrada de los demócratas.

Lo cierto es que los republicanos no celebraron audiencias sobre su propuesta sanitaria como suele ser el procedimiento, de manera que los demócratas no tuvieron opción de discutir los contenidos de los textos legislativos. Acabar con Obamacare y los fondos que esta ley contempla para ayudar a las rentas más bajas y a los jubilados en sufragar sus seguros médicos era parte fundamental para ejecutar el siguiente objetivo del multimillonario: una reforma fiscal con grandes recortes impositivos para los más ricos.