londres - Irlanda afirma que una docena de empresas y bancos de la ciudad se instalarán en Dublín tras el Brexit, en un movimiento que esperan que copien otras instituciones. “Algunos de estos grupos han decidido en privado que han seleccionado Dublín, pero no anunciarán hasta que concluyan las discusiones con los regímenes reguladores de Reino Unido, Irlanda, el Banco Central Europeo y las autoridades reguladoras de Estados Unidos”, explicó Kieran Donoghue, director de servicios financieros internacionales de IDA Irlanda.

Donoghue ve poco probable que se produzca un éxodo masivo de Londres, tal y como muchos predecían hace un año. En esa línea, un estudio elaborado por Thinktank Bruegel aseguró recientemente que Londres podría perder más de 10.000 empleos bancarios como resultado del Brexit, muy lejos de las predicciones iniciales de que iban a ser 100.000.

La prensa irlandesa y británica especulan con que el banco estadounidense JP Morgan está comprando un edificio de oficinas histórico en la capital irlandesa. El banco, que ya cuenta con 500 empleados en Dublín, duplicaría sus oficinas con la construcción de un edificio de 22 pisos en el sur del río Liffey. Además, Bank of America Merrill Lynch, que ya tiene presencia en Dublín, también ha hablado de expandirse, mientras que Goldman Sachs va a sacar a cientos de empleados de Londres antes de que se llegue a un acuerdo en el Brexit.

Dublín intenta así hacerse un hueco frente a otras ciudades europeas como Fráncfort, Berlín y París para tomar el testigo del Brexit como capital de la banca y las finanzas del bloque común. “Otras ciudades de Europa están siendo muy agresivas al intentar ganar”, lamentó Eoghan Murphy, el ministro irlandés encargado de promover a Dublín como centro financiero, describiendo la competencia entre ciudades como “peligrosa”.

Miedo a un ‘Brexit’ duro Si Londres opta por un Brexit duro podría traducirse en precios más altos para los consumidores y los fabricantes irlandeses, siendo el sector agroalimentario el más afectado, tal y como apunta un documento anual de “evaluación nacional del riesgo”, en el que se describen las consecuencias de una salida de Reino Unido del mercado común.

Si Londres finalmente opta por una salida de la unión aduanera de la UE y del mercado único, las relaciones comerciales entre Londres y Bruselas volverían a estar reguladas por las normas de la Organización Mundial del Comercio, lo que significaría la introducción de aranceles sobre determinados tipos de productos que ahora no existen.

“Como el Reino Unido es una de las fuentes más importantes de Irlanda de bienes intermedios y de consumo, podrían aumentar los costes de importación”, predice el documento. Así, explica como en el sector energético, Irlanda importa alrededor del 88% de sus necesidades energéticas totales, por un valor aproximado de 4.600 millones de euros anuales, principalmente a través del Reino Unido. De ahí que predigan un aumento de los precios de los productos.

El documento también esboza otra serie de riesgos, como el efecto sobre la economía ante la falta de vivienda. “Son claros riesgos para la competitividad nacional de Irlanda y su atractivo para la inversión interna, tanto para los migrantes cualificados como para el retorno de los inmigrantes irlandeses”, expone.

Publicado por el Departamento del primer ministro irlandés, el documento también habla de que la posibilidad de ataques cibernéticos, como los que han afectado recientemente a las empresas multinacionales, es otra preocupación. “El hecho de que Irlanda sea el hogar de un gran número de centros de datos internacionales significa que un ataque grave o un fracaso cibernético podría tener un impacto perjudicial no sólo en nuestra reputación, sino también en nuestra economía”.

Frontera económica Otra de las preocupaciones de Dublín es qué ocurrirá con la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, argumentando que el Norte debe tener un estatus especial, idealmente permitiendo que permanezca en la unión aduanera y evitar así la reintroducción de una “frontera económica”. Pero lo que parece imposible es evitar que haya más controles fronterizos sobre los 177.000 camiones y 200.000 furgonetas que la cruzan cada mes.

El primer ministro irlandés, conocido como Taoiseach, apuesta porque se siga permitiendo a los irlandeses trabajar y vivir en el Reino Unido y viceversa. Pero admitió esta semana que esto será complicado y difícil. Pues la decisión que se tome para este territorio afectará en el futuro al resto de la Unión Europea.