París - Menos de 24 horas después del atentado frustrado en los Campos Elíseos de París contra un furgón de la Gendarmería, la investigación judicial ha llevado a la detención de cuatro familiares del agresor, que, aunque estaba fichado por radicalismo islamista desde 2015, poseía un permiso de armas. Este último punto ha despertado las críticas sobre la eficacia del control sobre ese hombre: recibió la primera autorización para la práctica de tiro en 2012, pero su renovación, el pasado febrero, tuvo lugar cuando ya estaba bajo el visor de las autoridades. “Nadie puede estar satisfecho de que alguien señalado pueda seguir beneficiándose de ese permiso”, indicó ayer en la cadena BFM TV el primer ministro francés, Edouard Philippe.

El jefe del Gobierno recordó que hasta ahora la autoridad civil no tenía acceso al historial de la persona cuando examinaba su situación, una reglamentación que se cambió a finales de mayo, pero al mismo tiempo reconoció que retirar las licencias es “una decisión difícil”.

El agresor no había sido condenado y, según una fuente policial citada por el periódico Le Monde, la renovación de su permiso se produjo con “conocimiento de causa” para no levantar sus sospechas.

El ataque tuvo lugar el lunes, hacia las 15.45 hora local, cuando el agresor -identificado como Adam Djaziri, de nacionalidad francesa y 31 años- embistió con su vehículo contra un furgón de la Gendarmería que circulaba por una avenida parisina.

El hombre murió en el ataque y, según precisaron ayer los medios franceses, en el interior de su coche, un Renault Megane, se hallaron dos bombonas de gas, armas de mano, un kalashnikov, municiones, un ordenador y dos teléfonos móviles que están siendo examinados.

Los investigadores deben determinar ahora si el agresor, que había ido varias veces a Estambul, en cada ocasión en estancias de varios días, tenía vínculos con la organización yihadista Estado Islámico.

La cadena BFM TV detalló que Túnez emitió en 2014 una orden de arresto contra él por hechos terroristas que se remontaban a 2013, mientras que Interpol había indicado a los servicios franceses que le sometieran a una vigilancia discreta y avisaran a sus colegas tunecinos, pero que no lo detuvieran.

El pasado diciembre, las autoridades contemplaron realizar un “registro administrativo” en su domicilio en el marco del estado de emergencia en Francia, pero abortaron el plan ante la ausencia de elementos suficientes para justificarlo.

El joven vivía en la localidad de Plessis-Pâté, a las afueras de la capital francesa. La Fiscalía confirmó ayer que los agentes detuvieron en la casa a su padre, su hermano, su cuñada y su exmujer. La Policía halló en el domicilio del hombre material para fabricar una bomba, pero no explosivos, así como nueve armas, entre ellas pistolas Sig-Sauer 9mm y Glock 9mm, o un kalashnikov.

La familia del agresor, según Le Monde, se había instalado en ese municipio semirrural hace una treintena de años y su alcalde, Sylvain Tanguy, declaró que ejercían una práctica “muy rigurosa” del islam.

El ministro francés del Interior, Gérard Collomb, denunció ayer “una tentativa de atentado”, pero la agresión no ha sido reivindicada por ninguna organización terrorista.

El diario Le Monde recordó ayer que este último ataque refleja que no hay un perfil prototípico de potenciales yihadistas. Karim Cheurfi, que asesinó en abril a un agente también en los Campos Elíseos, había sido condenado por tentativa de asesinato contra policías, y en su caso y el de Larossi Abballa, que mató a una pareja de efectivos en su domicilio en junio de 2016, se presumía un “odio” contra ese colectivo.

Djaziri, en cambio, no tenía antecedentes en ese sentido, como tampoco el hombre que agredió a un policía con un martillo junto a la catedral de Notre-Dame el 6 de junio, lo que hace presagiar, de acuerdo con el rotativo, que sus uniformes, vistos como “símbolo del Estado y de su Ejército”, fomentaron su intervención.

protección a los musulmanes Por otra parte, la Policía británica ha incrementado desde ayer la vigilancia en lugares donde se reúne la comunidad musulmana, ante el temor a ataques inspirados por la extrema derecha tras el atentado frente a una mezquita en Londres en la madrugada del lunes.

Siete de los diez heridos en el atropello ante el templo de Finsbury Park continúan hospitalizados, tres de ellos en cuidados intensivos, mientras sigue la investigación para determinar si el hombre que murió durante el ataque falleció debido a la embestida de una furgoneta o por un problema de salud previo.

Darren Osborne, un mecánico en paro de 47 años de Cardiff (Gales) que no estaba fichado, está detenido como sospechoso de haber alquilado un vehículo con el que arrolló a los musulmanes que terminaban de celebrar los rezos del mes sagrado del Ramadán.

Los medios locales revelaron que Osborne, que acaba de separarse de su pareja y tiene cuatro hijos, había protagonizado incidentes xenófobos con sus vecinos, aunque su familia ha asegurado que sufre problemas mentales y que nunca ha expresado opiniones racistas. Un portavoz de Scotland Yard, la policía metropolitana de Londres, confirmó que ha aumentado el número de patrullas que velan por la seguridad de la comunidad musulmana cerca de sus centros de reunión.

Diane Abott, portavoz de Interior del Partido Laborista, el primero de la oposición en el Reino Unido, resaltó por su parte la necesidad de que el Gobierno reoriente su estrategia antiterrorista y dedique más recursos a la prevención de los ataques de extrema derecha. “Ha existido la sensación dentro de la comunidad islámica de que el programa Prevent les ha tenido a ellos como objetivo. Pero estamos viendo un aumento del extremismo de derechas”. - Efe