la publicación del manifiesto conservador da pie a que los laboristas piensen que puedan ganar el voto de los jubilados afectados por los recortes en los cuidados que reciben ahora y en la ayuda para la calefacción que reciben cada invierno, pero nada más lejos de la realidad, los conservadores ganarían por mayoría absoluta.

La primera ministra, Theresa May, sorprendió con la presentación del manifiesto de 84 páginas en Halifax, West Yorkshire, con el que quedaba simbolizado su deseo de llegar a los votantes del partido laborista y del euroescéptico UKIP en el Norte y centro de Inglaterra. En el mismo, anunciaba que los conservadores limitarán los costos de cuidado social a las 72.000 libras a partir del año 2020. A partir de ese momento, las personas mayores que reciben atención social en residencias o cuidados en su propia casa tendrán que financiarlos con sus propios activos.

El líder laborista, Jeremy Corbyn, acusó a los conservadores de crear una “guerra entre generaciones” con un manifiesto que lanza a los jóvenes contra los miembros más mayores de la sociedad. Así, pidió a May que dejara caer el “paquete anti-pensionista” de su manifiesto, pues cree que para las personas mayores de Inglaterra y Gales son parte de un “triple golpe de miseria”.

May reconoció que algunas de estas medidas iban a ser impopulares pero se ve en condiciones de hacerlo y sin miedo a que afecte a su victoria al tener una fuerte ventaja sobre el laborismo. Los conservadores al anunciar el plan, dijeron que su partido “abordaría la injusticia fundamental en el corazón del sistema británico del cuidado de ancianos y abordaría los desafíos a largo plazo de una sociedad envejecida”.

Por el momento, las encuestas abogan por una victoria conservadora con el 47,1%, una subida de 9 puntos respecto a las últimas elecciones que viene en su mayoría de votantes procedentes del UKIP, y que le dejan una amplia ventaja sobre los laboristas con el 30,1% de los votos.

En su discurso, el laborista John McDonnell, responsable de Economía, denuncia como miles de personas mayores estarían “en riesgo” si los tories fueran reelegidos en las elecciones del 8 de junio. En la misma línea, calificó de “una completa lotería” la situación a la que se enfrentarán los ancianos cuando necesiten de prestaciones sociales.

Los más críticos con el manifiesto conservador han calificado sus reformas de asistencia social como un “impuesto sobre la demencia” y creen que lo más escandaloso es la falta de un desglose de costes en el manifiesto, una costumbre arraigada en la política británica.

En su defensa, los tories aseguran que las cosas en el gobierno laborista no es que fueran mejor y apuntan al dato de que la pensión estatal aumentó mínimamente bajo el gobierno laborista , menos de un euro a la semana en el año 2000.

Los ‘tories’ admiten las críticas El manifiesto electoral conservador admite que hay serios problemas con la legislación existente del sistema sanitario público e identifican el mercado interior como el problema clave, porque es demasiado costoso que funcione y no puede trabajar en los intereses de los pacientes. En un principio se pensaba que May evitaría reabrir la cuestión de la reforma del NHS al mismo tiempo que pone en marcha el Brexit. Por el momento, promete “el programa más ambicioso plan de inversión en edificios y tecnología que el NHS ha visto nunca”.

Hasta ahora, la campaña electoral ha abierto un debate sobre algunas de las barreras legales para mejorar la atención sanitaria, forzando una discusión sobre la financiación de la asistencia social y centrándose en la necesidad de invertir en salud mental, en particular en el manifiesto de los liberaldemócratas.

Pero McDonnell, compara el manifiesto tory con los planes del Partido Laborista y defiende que incluyen una partida de 250.000 millones de libras para gastos en infraestructuras que se conseguirá a través del dinero recibido de la subida de impuestos. Por ello, las empresas se verán afectadas directamente, a lo que hay que unir la incertidumbre generada por el Brexit. De hecho, varios grupos empresariales están preocupados por la promesa de May de reducir la inmigración, frenar las adquisiciones extranjeras, pagar a los ejecutivos e implementar un Brexit duro.