Washington - La reacción de Trump parece indicar que los portavoces o más cercanos colaboradores suyos, como el vicepresidente, Mike Pence, son incapaces de disipar la presión creada por el despido fulminante de Comey, quien en su calidad de máximo responsable del FBI es un actor clave en la independencia judicial del país, dado que su mandato, pese a ser nombrado por el presidente, es de diez años. La ley que estipula el mandato de 10 años se aprobó en 1973 para evitar la influencia del Ejecutivo en el FBI, de forma que su director pueda ejercer el cargo más allá de los ocho años de mandato máximo de un presidente de EE.UU.
Según publicó ayer el diario The Wall Street Journal, el fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, autor del memorando crítico con Comey, ha pedido a la Casa Blanca que no diga incorrectamente que él recomendó la salida del director del FBI. En la citada entrevista con la NBC, Trump aseguró que habría despedido a Comey de todas formas, contradiciendo a todo su equipo de portavoces.
Según indicó ayer al canal CNBC un exagente del FBI, Trump ha declarado la guerra a la agencia después de hacer lo mismo contra los restantes organismos de inteligencia de Estados Unidos, que, antes de su toma de posesión, consideraron demostrada la intención de Moscú de inclinar las elecciones de 2016 a favor del actual presidente. - Efe