PARÍS - La primera vuelta de las presidenciales francesas sumió ayer en el caos a los dos principales partidos del país, que han dominado la vida política en el último medio siglo y que, por vez primera, no estarán en la carrera por el Elíseo, en una auténtica hecatombe del bipartidismo. El líder del movimiento En marche!, Emmanuel Macron, y la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen, confirmaron las previsiones y obtuvieron los dos primeros puestos en las elecciones presidenciales francesas, lo que les da acceso a una anómala segunda vuelta en la que no estarán ninguna de las dos grandes familias políticas.

Con 33,2 millones de votos escrutados -tres cuartas partes del total-, Macron figuraba con el 23,11% de los votos, ligeramente por encima de Le Pen, que habría obtenido el 23,08%, según datos del Ministerio del Interior. Por su parte, el candidato de Los Republicanos, François Fillon, aparecía tercero, con un 19,81% de los sufragios, mientras que en cuarta posición figura el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, con un 18,62%.

La ley francesa establece un sistema de votación en dos vueltas, salvo que en una primera ronda alguno de los candidatos obtenga más del 50% de los votos. Las urnas volverán a abrirse el próximo 7 de mayo, ya para elegir de forma definitiva al sustituto de François Hollande en el Elíseo.

Los sondeos divulgados antes de estas elecciones situaban la opción Macron-Le Pen como la más probable de cara a dicha segunda vuelta. Si se cumplen los pronósticos, el exministro debería lograr una holgada victoria el 7 de mayo, para lo cual ya cuenta con el apoyo de sus hasta ahora rivales. Tanto el conservador François Fillon como el socialista Benoît Hamon pidieron el voto a favor de Macron para frenar a la candidata eurófoba de la extrema derecha. “Nuestro país atraviesa un momento inédito marcado por el terrorismo, el déficit, el sufrimiento social y ecológico, y ha respondido votando masivamente y ha decidido situarme en cabeza de la primera vuelta”, señaló. “En un año hemos cambiado la cara de la política francesa”, añadió eufórico.

El pase a la segunda vuelta de Macron y Le Pen deja fuera de juego a las dos familias políticas que tradicionalmente se han repartido el poder en estos últimos años: Partido Socialista y Los Republicanos -antes Unión por un Movimiento Popular (UMP)-. Sus dos candidatos, el conservador François Fillon y el socialista Benoît Hamon, surgidos ambos por vez primera de un proceso de primarias, fracasaron frente a las propuestas renovadoras del socioliberal Macron y la ultraderechista Marine Le Pen.

Una hipotética victoria de Le Pen preocupa tanto dentro como fuera de Francia, en la medida en que sería la primera dirigente ultraderechista jefa de Estado en la UE y, además, lo sería de uno de los seis países fundadores. Su mensaje populista y antieuropeo le ha permitido reeditar el éxito logrado por su padre en 2002.

La líder del Frente Nacional llamó a todos los “patriotas” a votar por ella en la segunda vuelta, una “oportunidad histórica” a la que se presenta como “candidata del pueblo” y confiada de poder derrotar al “heredero” de Hollande. Macron, por su parte, llega a la segunda vuelta a una edad insólita (39 años) y sin haber ocupado nunca un cargo electo. Su mensaje centrista ha convencido a seguidores moderados de uno y otro lado del espectro político, pero tiene entre sus lastres formar parte de un movimiento sin representación parlamentaria. Nunca antes los dos partidos se habían quedado fuera de la segunda vuelta de las presidenciales. Los socialistas ya habían conocido esa suerte cuando en 2002 Lionel Jospin fue superado por el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, pero siempre había habido un candidato conservador en el balotaje final. El seísmo ha sido enorme en los dos partidos, cuyos principales responsables ocultaban con dificultad las consecuencias del batacazo. La amplitud del desastre del bipartidismo es profunda. En 2002, el peor resultado conjunto hasta ahora, sus candidatos recibieron el respaldo del 36 % de los votantes. En esta ocasión rondarán el 25 %. La naturaleza de los fracasos de cada partido es diferente, pero en ambos casos dolorosa. Fillon perdió embarrado en los escándalos de corrupción de los que no supo desembarazarse después de que se conociera que había dado un empleo, presuntamente ficticio, a su esposa como asistenta parlamentaria. El candidato conservador aseguró ayer que su candidatura tuvo “obstáculos demasiado numerosos y demasiado crueles” y que “algún día la verdad se conocerá sobre estas elecciones”. Dejó así sembrada la duda que vino abonando a lo largo de la campaña, la que le situaba como víctima de un complot orquestado desde el Elíseo para frenarle. Los Republicanos, no obstante, esperan obtener un buen resultado en las legislativas de junio e imponer al ganador de las presidenciales una cohabitación que les permita poner en práctica el programa de rigor presupuestario con el que concurrieron. Más sombrío aparece el panorama de los socialistas, desgarrado entre los que se habían echado en brazos de Macron durante la campaña, representantes del ala más liberal del partido, y los que apoyaron las ideas más izquierdistas de Hamon, que cosechó el peor resultado de la historia de la formación, con menos del 7 % de los votos según las estimaciones. El candidato pagó cara su deslealtad a Hollande, a quien se opuso en la segunda parte de su mandato. - DNA

Incidentes. Unos 300 manifestantes que dijeron ser “antifascistas” se enfrentaron a la policía en París, tras conocer los resultados de la ultraderecha. Los jóvenes, algunos con pasamontañas, lanzaron botellas y petardos contra los agentes. Tres fueron arrestados.

Evacuación. Un centro de votación de Besançon, en el este, fue evacuado debido a un coche que habría sido robado y abandonado con el motor en marcha frente al centro de votación.