sarajevo - Un cuarto de siglo tras el comienzo de la guerra de Bosnia-Herzegovina entre musulmanes, serbios y croatas, el país balcánico sigue dividido y convive con la amenaza de una posible escisión del ente autónomo serbobosnio.
Los dos entes autónomos que forman Bosnia según los acuerdos de paz de Dayton (el común de musulmanes y croatas, y el serbio) así como los tres pueblos, funcionan cada uno por su cuenta, y el excesivo aparato burocrático (con 130 ministerios de diferentes niveles) sofoca aún más el funcionamiento de la estructura estatal compartida.
“El país se ahoga en deudas, económicamente se respalda en buena parte de la entrada del dinero de la diáspora”, describe la situación actual Satko Mujagic, un jurista y activista a favor de la paz en Prijedor, una ciudad del noroeste del país donde en 1992 fueron cometidos crímenes de guerra en masa. “La calidad de vida es mala, el nacionalismo y populismo siguen siendo la mejor manera para llegar al poder”, agrega en declaraciones.
En medio de esta situación, florece el nacionalismo como en los tiempos más oscuros del país, sobre todo en la llamada República Serbia, el ente serbio, que tiene sus orígenes en la limpieza étnica cometida durante la guerra.
“Los líderes políticos y militares serbobosnios que fueron condenados por crímenes de guerra e incluso por genocidio, son glorificados, y sus crímenes se niegan o relativizan”, dice Mujagic. En su opinión, para salir adelante, Bosnia debe “espabilar” y hacer un serio “reinicio” en varios aspectos. “Necesitamos un debate público serio sobre las causas y consecuencias de la guerra, un reconocimiento público y marcar los lugares de los mayores crímenes, para que los jóvenes dejen de envenenarse con el nacionalismo”, subraya.
El septiembre pasado, la República Serbia organizó un referendo calificado por la Corte Constitucional de Bosnia, las autoridades centrales de Sarajevo y por la comunidad internacional como un “desafío” para la estabilidad del país.
sin consenso La consulta, que se refirió a una fiesta nacional serbia, está considerada como una especie de “prólogo” para un posible referéndum sobre la secesión de la República Serbia, objetivo señalado una y otra vez por el líder serbobosnio, Milorad Dodik.
Según una encuesta publicada el año pasado, el único objetivo nacional que cuenta con un apoyo mayoritario entre las tres comunidades es una futura entrada en la UE. Pero, a pesar de tener en vigor el Acuerdo de Estabilización y Asociación con la UE desde 2015 y de haber entregado formalmente la solicitud de admisión al club comunitario, el país está estancado.
Entre los políticos musulmanes, serbios y croatas no hay consenso sobre las reformas necesarias para el funcionamiento del país y su integración euro-atlántica.
Las autoridades serbobosnias insisten en la amplia autonomía de su entidad, los musulmanes abogan por mayor centralización y hasta la abolición de los entes y los croatas se expresan con frecuencia a favor de una tercera autonomía para ellos. Las disensiones entre los musulmanes y croatas en la Federación común paralizan cada vez más el funcionamiento de sus instituciones.
En la República Serbia, por su parte, el poderoso presidente regional Dodik favorece la amistad con Rusia, país al que muchos serbios consideran su aliado histórico. De hecho, más de un tercio de los habitantes del ente serbio se oponen a la entrada en la UE, aunque más de la mitad están a favor, mientras entre los musulmanes y croatas el apoyo a la UE es masivo y supera el 90%.
cambio interno Cada año emigran decenas de miles de jóvenes bosnios mientras que en el país más de la mitad de la población activa está sin empleo, en un entorno en el que reina la corrupción.
“Muchos amigos en el mundo nos han dado la espalda por la corrupción y nuestra propia incapacidad”, comenta Admir Cavka, un diputado regional del Parlamento de la República Serbia. “El hecho de que Turquía invierta hoy diez veces más en Serbia que en Bosnia lo dice todo”, agrega con cierta resignación.
La mayoría de analistas independientes consideran que Bosnia necesita además cambiar su complicada organización interna, respetando los derechos de todos sus ciudadanos. Pero también para eso sería necesario un consenso, que sin embargo, 25 años tras el comienzo de la mayor tragedia europea desde la Segunda Guerra Mundial, sigue siendo inexistente. - N. Hasic