Munich/Ginebra - Tras varios intentos fallidos y nueve meses de pausa, las negociaciones de paz para Siria impulsadas por la ONU se reanudarán hoy en Ginebra, bajo una nueva configuración del orden mundial en la que el rol que asumirá Estados Unidos es un gran enigma vuelta a las negociaciones en Ginebra entre el régimen sirio y la oposición eran ayer justificadas por la ONU, mientras los poderes regionales implicados de uno y otro lado mantienen sus diferencias respecto a las fracturas sectarias de Oriente Medio. El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, aseguró en la jornada final de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) que “es el momento de empezar las conversaciones”, ya que “el espacio” para “una discusión política” “empieza a estar ahí”. Por eso ha convocado para hoy a una nueva reunión en Ginebra entre las partes, tras meses de bloqueos, aunque la situación es incierta -reconoció- por los avances que está efectuando sobre el terreno de forma acelerada el régimen y por la falta de consenso en torno a quienes conforman Al Nusra, un grupo considerado terrorista por la ONU. Este proceso de diálogo, subrayó De Mistura, debe incluir a quienes hasta ahora han sido excluidos del diálogo para resultar creíble y sostenible: “Ése es el reto de las próximas semanas”. A su juicio, la negociación debe abordar las cuestiones de un nuevo gobierno “creíble” e “incluyente”, con un nuevo formato, la de una nueva constitución “escrita por los sirios” y la de elecciones supervisadas por la ONU y con la participación de los millones de refugiados en la diáspora.

El ministro turco de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, respaldó las tesis del enviado especial de la ONU y defendió una negociación incluyente porque la discriminación sectaria es “terreno fértil” para el terrorismo.

De Mistura lanzó su muy cauto mensaje de optimismo después de que las intervenciones de representantes de Irán, Israel, Turquía y Arabia Saudí en la cita de Múnich evidenciase las profundas fracturas que persisten en Oriente Medio, que dificultan cualquier solución política tanto para Siria como para Yemen.

Irán, gran aliado del régimen sirio, fue la potencia regional que apareció más aislada en la MSC, y la oferta de diálogo que lanzó su ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, fue rechazada tajantemente por Arabia Saudí e Israel, quienes acusaron a Teherán de promover el terrorismo y mostraron, entre ellos, cierta sintonía pragmática.

Zarif abogó por abordar con todos los países “hermanos” del Golfo Pérsico los conflictos en Siria e Irak, pero de forma inclusiva y dejando de lado las posturas maximalistas. “Irak, Siria y Bahrein necesitan un proceso político” para alcanzar una solución estable, un proceso que no margine a “ningún actor”, ya que la vía militar no va a traerla, dijo. Como ejemplo, citó la negociación sobre el programa nuclear iraní, donde “todas las partes” reconocieron que tenían que ceder en sus posiciones maximalistas para lograr un compromiso.

El ministro israelí de Defensa, Avigdor Liberman, tras rechazar cualquier diálogo con Irán, se mostró esperanzado ante la posibilidad de cooperar con Arabia Saudí formando una “coalición de los moderados” contra los “radicales” de Teherán. “La mejor noticia en Oriente Medio es que por primera vez” un Estado “suní moderado”, en referencia a Arabia Saudí, “entiende que su mayor amenaza no es Israel, sino Irán y sus asociados”, señaló.

El ministro de Exteriores saudí, Adel al Yubeir, afirmó que Irán “es parte del problema y no de la solución” en Oriente Medio, y rechazó dialogar con Teherán sin un cambio fundamental por su parte.

Irán debe abandonar Yemén, donde no tiene “nada que hacer”, un conflicto que a su juicio se resolverá cuando la suma de presión económica, política y militar fuerce a los rebeldes a negociar.

También el ministro turco de Exteriores, Çavusoglu, cargó contra Irán por ejecutar “políticas sectarias” cuando lo que es preciso son “perspectivas incluyentes”: “La política sectaria de Irán está socavando la estabilidad en muchos países”.

El “gran interrogante” en todo este debate, del que Siria es un elemento fundamental, es la posición que va a adoptar la nueva administración estadounidense, argumentó De Mistura. A su juicio, las prioridades del presidente de EEUU Donald Trump, son derrotar al terrorismo yihadista, limitar el poder de Irán y no perjudicar a Arabia Saudí. El enviado especial de la ONU consideró a este respecto “correcto” que EEUU se centre en combatir al Estado Islámico (EI) y en dialogar con los actores implicados sobre el terreno, como es el caso de Rusia.

El papel de EEUU La semana empezará con la llegada a Ginebra de los delegados del Gobierno sirio y de los grupos opositores políticos y armados que en el pasado se unieron en una coalición negociadora, para permitir el inicio formal del proceso el próximo jueves. El régimen sirio siempre negó legitimidad a esa plataforma opositora y acusó a varios de sus miembros (vinculados a la lucha armada en Siria) de terroristas y al resto de no representar más que sus propios intereses para acceder al poder político. La fragmentación de la oposición daba pie a esa estrategia de descrédito y constituye hasta ahora uno de los mayores obstáculos para la composición definitiva de una delegación opositora.

De un lado está la oposición puramente política, algunos de cuyos miembros más destacados viven en el exilio y a quienes el régimen de Bachar Al Asad acusa de estar desconectados de la realidad siria y de seguir los designios de intereses exteriores. De otra parte está la oposición armada, compuesta de una multitud de grupos y brigadas rebeldes, varios de los cuales están agrupados en el Ejército Libre Sirio, cuya ala política es el Consejo Nacional Sirio y que inicialmente fue formado por desertores de las Fuerzas Armadas. Ambos ejes, el político y el militar, han sido incluidos para esta nueva ronda en la Comisión Suprema de las Negociaciones.