París - La pujanza de dos candidatos que se presentan como “antisistema”, Marine Le Pen y Emmanuel Macron, amenaza con dejar fuera de la segunda vuelta de las presidenciales francesas a los dos grandes partidos que han vertebrado la V República. Los socialistas se hallan sumidos en una profunda crisis por la erosión que ha supuesto el quinquenio presidencial de François Hollande, y optaron en las primarias por un candidato “rebelde”, el exministro de Educación Benoît Hamon, para aspirar al Elíseo.

Por su lado, el partido conservador de Los Republicanos ve cómo su elegido para representarle, el ex primer ministro François Fillon, se desploma en las encuestas con cada revelación del escándalo sobre los supuestos empleos ficticios de su mujer y dos de sus hijos, investigado por la Fiscalía Financiera.

En esta situación, Macron es percibido ahora por una mayoría de los franceses como el más posible vencedor de las presidenciales de abril, pese a que su hipotética rival en la segunda vuelta, Le Pen, se adjudicaría la victoria en la primera ronda, según coinciden todas las encuestas.

Macron, de 39 años, y Le Pen, de 48, coinciden en afirmar que sus proyectos “no son de derechas ni de izquierdas”, sino que pretenden sacudir el tablero político desde posiciones antagónicas: liberal y europeísta uno, estatista y ultranacionalista la otra. El exministro de Economía, atacado a diario por sus rivales por no haber presentado aún su programa, se defendió ayer en una entrevista con el semanario Le Journal du Dimanche.

“Es un error pensar que el programa es el corazón de una campaña”, declaró, una afirmación sostenida por el coordinador de su proyecta económico, Jean Pisani-Ferry, quien argumentó en el mismo medio que ya ha presentado propuestas y “grandes compromisos” en diferentes campos. Calificado por Fillon como “gurú” y por el ultraizquierdista Jean-Luc Mélénchon como “una seta alucinógena”, Macron reconoce la “mística” de la política, al tiempo que “no reniega ni reivindica” su “dimensión mesiánica”.

Financiación de la campaña Para responder a las dudas sobre cómo financia su campaña sin un gran partido detrás, Macron hizo público ayer su patrimonio en el mismo periódico, donde consta que sus únicos ingresos ahora vienen de las ventas de su libro Révolution, aunque ganó unos 400.000 euros anuales cuando trabajaba en el banco de inversión Rothschild. Hasta el momento, su plataforma ¡En Marcha! ha recolectado 5,1 millones de euros en donativos.

Para hacer frente a la pujanza macronista, el Partido Socialista se ha confiado a Hamon, quien este fin de semana presentó su moderna sede de campaña en el muy bohemio distrito 10 de París.

El ex ministro de Educación, que se ha distinguido por sus discrepancias con Hollande, se rodeó de expertos como el economista Thomas Piketty y compañeros como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, para tratar de evitar la debacle socialista.

El giro a la izquierda de Hamon, quien ahora busca aliarse con los ecologistas, se topa sobre todo con el descontento de muchos de sus correligionarios, que preferían al ex primer ministro Manuel Valls como candidato y podrían optar por Macron en las elecciones.

Por ahora, los sondeos le sitúan en cuarta posición en la primera vuelta, con un 15% de los votos, aunque en curva ascendente.

En una tendencia inversa está el conservador Fillon, quien trata de llegar vivo como sea al 17 de marzo -fecha en que se cierra el plazo para depositar las candidaturas-, pese a que sigue acosado por las revelaciones mediáticas. El ex primer ministro pierde distancia con Macron en las encuestas mientras espera al desarrollo de las pesquisas judiciales tras pedir la anulación de la investigación preliminar abierta.