París - El candidato socialista a las presidenciales francesas de abril y mayo, Benoît Hamon, lanzó ayer su campaña electoral con un reclamo a la unión de los socialistas, sin que esto implique concesiones en su programa, y con el objetivo de “volver a ser una izquierda de combate”. Siete días después de vencer al ex primer ministro Manuel Valls en la segunda vuelta de las primarias, la ausencia de este y de muchos barones de la formación evidenció las discrepancias en el seno de la formación y la dificultad de agrupar las distintas sensibilidades.

“Sí, hay desacuerdos entre la izquierda, como los ha habido siempre. Lo que me importa es dónde queremos ir juntos”, señaló ante cerca de 2.000 personas el exministro de Educación de François Hollande, un puesto que ocupó apenas cuatro meses y que dejó por su descontento con las políticas “de austeridad” de Hollande y Valls.

El disidente socialista, de 49 años y una ascensión inesperada en esos comicios internos, dijo no concebir “que la unión se reduzca a un acuerdo de aparato”, y en su discurso de investidura abogó por una izquierda “fecunda y colaborativa”.

Hamon dijo ser consciente de la “enorme responsabilidad” de unir a socialistas, a la izquierda y al resto de la ciudadanía en torno a un “nuevo horizonte”, y, pese a lo que le había solicitado el neocomunista Jean-Luc Mélenchon, dijo no estar dispuesto a “entregar cabezas” para conseguirlo. “No tiene sentido. La unión no empieza por ahí”, apuntó el aspirante.

Muy crítico en este mandato con la política del Gobierno, y pese a subrayar que lo importante es “mirar hacia adelante”, Hamon sí reconoció a Hollande su política en materia de defensa de los ciudadanos o la aprobación de medidas como el matrimonio homosexual. Pero admitió que el balance del quinquenio no puede ser el eje que articule la campaña, y se aferró a su plan electoral, incluida la controvertida apuesta por una renta básica universal, que de llegar al Elíseo quiere empezar a aplicar entre quienes tienen entre 18 y 25 años. Su ideario en favor de la ecología, de un cambio en la cadena de producción para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los ciudadanos o su intención de acabar con el artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar proyectos de ley sin debate parlamentario, volvió a ocupar el estrado. Junto a esas medidas, una mayor participación de la ciudadanía en la toma de decisiones y una política migratoria menos restrictiva frente a las propuestas de la derecha y la extrema derecha, que “escogen” a sus inmigrantes.

Hamon deseó un nuevo tratado presupuestario comunitario y una mayor cooperación militar y financiera para poder defender las fronteras y luchar contra la “hostilidad” del presidente estadounidense, Donald Trump, y la “fragilidad de un proyecto europeo que no tiene realmente una agenda que lo impulse”.

“Vamos a volver a ser una izquierda de combate”, prometió, en una intervención en la que dudó que la candidatura del conservador François Fillon pueda sostenerse por la polémica en torno a supuestos empleos ficticios de su mujer y dos hijos, y calificó al exministro Emmanuel Macron de “híbrido” de la derecha.