Bruselas - El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dio ayer un paso sin precedentes en las ya tormentosas relaciones con la nueva administración de Donald Trump. En un gesto inusual en la siempre moderada diplomacia europea, el presidente del Consejo Europeo respondió a las descalificaciones continuas del nuevo presidente de Estados Unidos y calificó a Donald Trump como una “amenaza para la Unión Europea”. Es más, Tusk equiparó a la nueva administración de Washington con las amenazas que suponen China, Rusia o el islamismo radical para la Unión Europea.

En una demoledora carta, el presidente del Consejo, Donald Tusk, califica de “preocupantes” las declaraciones del presidente Donald Trump y consideró que, sumado a otros factores, contribuye a hacer el futuro “impredecible”.

En la misiva de invitación dirigida a los líderes de los 27 países de la Unión Europea (salvo el Reino Unido) para la cumbre informal del 3 de febrero en Malta, Tusk advirtió además de que el cambio en Washington “pone a la UE en una situación difícil”. La nueva Administración, añadió Tusk, “parece poner en cuestión los últimos setenta años de la política de Exteriores norteamericana”.

El presidente del Consejo incluye en la carta una serie de “reflexiones” para preparar la reunión de los líderes y advierte de que “los retos que afronta ahora la UE son más peligrosos que nunca antes desde la firma del Tratado de Roma”, hace sesenta años. La primera amenaza “se relaciona con la nueva situación geopolítica en el mundo y alrededor de Europa”, indicó, mencionando en particular a una China “cada vez más asertiva”, así como la “agresiva política” de Rusia hacia Ucrania y sus países vecinos y las “guerras, terrorismo y anarquía en Oriente Medio y en África, donde el islamismo radical desempeña un papel central”. Ello, unido a las “preocupantes declaraciones de la Administración norteamericana, hace nuestro futuro altamente impredecible”, opinó Tusk.

El presidente del Consejo lamentó el creciente antieuropeísmo y mencionó en particular que “el cambio en Washington pone a la UE en una situación difícil”. Frente a esos retos, Tusk opinó que la UE debe defender “la dignidad de una Europa unida” en sus contactos con Rusia, China, Estados Unidos o Turquía y tener la valentía de estar “orgullosa de sus logros”. También la UE debe “tener el coraje” de oponerse a “la retórica de los demagogos, que argumentan que la integración europea solo beneficia a las élites”, que la gente corriente solo sufre como resultados del proceso y que “a los países les irá mejor solos que juntos”, manifestó. La UE debe “adoptar pasos asertivos y espectaculares que cambiarían las emociones colectivas y revivirían la aspiración de llevar la integración europea al siguiente nivel”, dijo Tusk.

Con ese objetivo, “debemos restablecer el sentido de la seguridad externa e interna y el bienestar socioeconómico” de los ciudadanos europeos, agregó. El presidente del Consejo hace referencia en la carta también a las relaciones comerciales y considera que la Unión Europea debe utilizar el cambio en la estrategia comercial de Estados Unidos en beneficio de Europa, “intensificando las conversaciones con las partes interesadas”.

Tusk demandó que la Unión Europea no se rinda ante “aquellos que quieren debilitar o invalidar el vínculo transatlántico”, sin el que “no podrían sobrevivir el orden y la paz”. “Deberíamos recordar a nuestros amigos estadounidenses su propio lema: Unidos nos mantenemos, divididos nos caemos”, propuso.

Trump fulmina a la fiscal A la espera de saber la reacción de Donald Trump a las acusaciones hechas por Donald Tusk, el presidente de Estados Unidos no cede y ayer fulminó a la hasta ahora fiscal general en funciones, Sally Yates, por haber ordenado a todos sus subordinados que no defendieran en los tribunales el polémico veto del magnate a refugiados e inmigrantes. Yates era una sobreviviente de la era del expresidente Barack Obama que seguía en el cargo a la espera de que el Senado estadounidense confirme al nominado de Trump para la Fiscalía General, el controvertido senador republicano Jeff Sessions.

Todo empezó cuando la fiscal general envío una carta a todos los fiscales del Departamento de Justicia filtrada por los principales medios de comunicación del país en la que decía no estar “convencida” de que la orden ejecutiva firmada el viernes por Trump para luchar contra el terrorismo yihadista fuese “legal”. “Soy responsable de velar porque las posiciones que tomamos en los tribunales sean consistentes con la solemne obligación de esta institución de buscar la justicia y defender lo que es correcto”, afirmó en la misiva la fiscal general en funciones. “En este momento, no estoy convencida de que la defensa de la orden ejecutiva sea consecuente con estas responsabilidades ni estoy convencida de que la orden ejecutiva sea legal”, agregó.

Por eso, Yates ordenó a los abogados del Departamento de Justicia que no defiendan la orden ejecutiva en las demandas interpuestas en su contra en Virginia, Nueva York, Massachusetts, el estado de Washington y California, como mínimo. “Mientras siga como fiscal general en funciones, el Departamento de Justicia no presentará argumentos en defensa de la orden ejecutiva, a menos y hasta que esté convencida de que sería apropiado hacerlo”, concluyó Yates.

Esta posición llegaba después de la enorme controversia causada por la medida de Trump, que soliviantó a medio mundo y que llenó de protestas los principales aeropuertos del país durante el fin de semana.

Como es habitual, el magnate tardó poco en pronunciarse a través de Twitter sobre la decisión de Yates, aunque pareció resignado a esperar a Sessions: “Los demócratas están retrasando mis nominados para el Gabinete por razones puramente políticas. No tienen nada más que hacer sino obstruir. Ahora tengo una fiscal general de Obama”. Pero horas después el magnate optó por fulminar a Yates, a la que acusó de haber “traicionado” al Departamento de Justicia con su decisión y a la que llamó “débil” en lo que a seguridad fronteriza se refiere y “muy débil” frente a la inmigración ilegal.

“Ha llegado el momento de ponernos serios para proteger a nuestro país. Imponer un escrutinio más duro a individuos que viajan desde siete países peligrosos no es extremo. Es algo razonable y necesario para proteger a nuestro país”, agregó en un comunicado la Casa Blanca. Los ceses no quedaron ahí y Trump también relevó de su cargo al director en funciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, la agencia responsable de las deportaciones, Daniel Ragsdale, aunque en este caso no especificó los motivos y se desconoce si los despidos están relacionados.

Eso sí, en medio de la tormenta, la Casa Blanca anunció ayer que permitirá la entrada al país a 872 refugiados esta semana. - DNA/Efe