Los enfermos y heridos del este de Alepo mueren a la espera de una ambulancia que nunca llegará por la falta de combustible y los bombardeos, lo que también impide el traslado de los cadáveres para recibir sepultura. El caso de Sabah, una anciana en silla de ruedas que padecía varias enfermedades y que falleció esta semana en mitad de la calle al no poder alcanzar un centro médico, se ha hecho conocido gracias a unas fotografías del fotógrafo sirio Yehia al Rayu.

Durante su agonía, la mujer estuvo acompañada hasta el último momento por su marido, quien buscó desesperadamente la forma de alcanzar un centro médico.

“Estaban en el barrio de Al Shaar y los vi a ella y su esposo, que empujaba la silla de ruedas. Iban en busca de alguien que les ayudara a ir a un hospital o que le diera primeros auxilios, les dije que no quedaba ya ningún hospital ni ambulancias”, detalla Al Rayu, notablemente afectado. “Estuvieron esperando un milagro, que alguien pasara en algún coche en dirección al centro médico más cercano, que está a más de diez kilómetros -añade Al Rayu-. No podían ir andando, además había bombardeos”.

“Durante la espera, su corazón se paró”, lamenta el fotógrafo, a quien el marido de la anciana le contó que ambos estaban solos porque sus siete hijos se encuentran todos en paradero desconocido. Como Sabah, hay enfermos y heridos que se quedan en la calle sin que nadie acuda a atenderlos en los distritos en poder de las facciones rebeldes y opositoras en la mitad oriental de Alepo.

Sabah perdió la vida esta semana, mientras las fuerzas gubernamentales avanzaban por distritos del este, como el de Al Shaar, que fue conquistado el miércoles por los soldados. Al Rayu rememora que la anciana se encontraba muy débil por la falta de alimentos y medicinas, ya que la parte oriental de Alepo lleva asediada por los efectivos leales al presidente Bashar al Asad desde julio.

El portavoz de la Defensa Civil Siria en esa urbe, Ibrahim Abu Leiz, confirma que las ambulancias de su organización, que presta labores de rescate en zonas fuera del control del Gobierno, no están funcionando por la escasez de combustible debido al cerco. “Ofrecemos primeros auxilios directamente en la calle, aunque muchos heridos mueren porque no hay nadie que los atienda y tampoco hay hospitales”, subraya el portavoz de los también llamados “cascos blancos”.

Los hospitales del este de la localidad llevan cerrados desde finales de noviembre por los ataques aéreos y de artillería, aunque hay centros sanitarios que ofrecen atención médica en condiciones muy precarias a enfermos y heridos, siempre y cuando los pacientes consigan llegar por la falta de ambulancias.