la habana - Cuba afronta la desaparición de Fidel Castro inmersa en la “actualización” de su economía socialista con reformas impulsadas por su hermano Raúl cuyos resultados son aún una incógnita, también a la espera de una posible paralización del deshielo con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
En sus últimos años, el hombre que convirtió a Cuba en aliada de la extinta URSS y que declaró irreversible el socialismo en la isla asistió desde su retiro a un plan de apertura emprendido por su hermano y sucesor, Raúl Castro, para garantizar la supervivencia de una revolución que siempre tuvo en la economía una de sus asignaturas pendientes.
Así, ha puesto en marcha un plan de reformas que se ha traducido en una controlada apertura a la iniciativa privada gracias a medidas como la ampliación del trabajo autónomo, si bien la principal forma de la economía de la isla sigue siendo la empresa socialista.
La isla se ha llenado de “microempresas” privadas lastradas por la escasez de productos, la inexistencia de un mercado mayorista o la creación de altos impuestos en un país de nula cultura tributaria.
La drástica reducción de las plantillas estatales, la eliminación de subsidios “paternalistas”, el perfeccionamiento de la empresa estatal, la autorización de cooperativas privadas o el proyecto para eliminar el complicado sistema de la doble moneda que existe en el país son otras de las medidas destacadas de la “actualización” cubana.
Consciente de que Cuba necesita capital para lograr un “socialismo sustentable”, Raúl ha apostado por la captación de inversión extranjera.
Muchos expertos coinciden en que las reformas de Raúl Castro son las más importantes realizadas en Cuba durante su revolución, pero también critican su lentitud y gradualidad.
El anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EEUU disparó las expectativas sobre la posibilidad de que las reformas económicas raulistas se aceleraran con las medidas de flexibilización impulsadas por el presidente Barack Obama. - Efe