Londres - Si hay un político europeo que no se ha escondido a la hora de apoyar al recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ese ha sido el británico Nigel Farage, abanderado del Brexit, con una retórica en la que se funde su discurso racista y xenófobo, con altas dosis de populismo, que ha exportado al otro lado del Atlántico. Farage, líder interino del euroescéptico UKIP, ha sido también el primero en coger un avión y plantarse en Nueva York para reunirse con el político estadounidense, tras haber participado anteriormente en los últimos días de la campaña presidencial del candidato republicano en Florida.

Desde el UKIP aseguran que sus reuniones fueron organizadas incluso antes de saberse el resultado de la votación. Esta buena sintonía entre Trump y Farage no hace otra cosa que preocupar a Downing Street, donde creen que “la relación especial” que mantenían Estados Unidos y Reino Unido bajo los mandatos de David Cameron y Barack Obama puede ahora peligrar.

Antes de subirse al avión, apuntó a Trump como “el catalizador de la caída de los defensores de Blair, de los de Clinton, los de Bush y todas estas personas horribles que trabajan mano a mano con Goldman Sachs y todos los demás”, pero también tiró de más líneas populistas para acusarlos de “hacerse ricos y arruinar a nuestros países”. La implicación de Farage en la campaña de Trump quedó clara cuando participó en un acto en Mississippi, y además, se mostraba incluso convencido de su victoria cuando todas las encuestas daban el triunfo a la candidata demócrata, Hillary Clinton. En esa línea, declaró que el 2016 iba a ser “el año de dos grandes revoluciones”, pues se mostraba seguro de que la victoria de Trump iba a ser mayor que la del Brexit.

La gran sorpresa viene cuando Farage, pese a estar en contra de la Unión Europea y ser el principal abanderado del Brexit, tiene la esperanza de ser recompensado con un papel en el gobierno de Trump en Bruselas. De hecho, llega incluso a dejarse querer y tiende la mano para que le ofrezca un cargo: “sea el de embajador en la Unión Europea”.

Entre los periódicos británicos conservadores, el Daily Telegraph especula con la idea de que Farage pueda actuar como intermediario entre el presidente electo estadounidense y Londres. Para argumentarlo, se centran en cómo el ministro británico de Comercio Liam Fox, iba a hablar con Farage antes de mantener conversaciones con los asesores de Trump. La posibilidad de esa reunión fue rechazada por un portavoz de Downing Street y también por el del UKIP, diciendo que esa historia era un “absurdo absoluto”.

Otro defensor del Brexit que está convencido de las nuevas oportunidades de la victoria de Trump y del Brexit es Lord Marland, el ex ministro de Comercio durante el mandato de Cameron, para quien la llegada de Trump a la Casa Blanca será una “gran oportunidad para reconstruir alianzas” y cree que a partir de enero, ambos países “van a estar buscando aliados con los que aumentar su comercio”, creyendo que serán “muy favorable” para las relaciones económicas del Reino Unido.

Para Marland, el Reino Unido no ha aprovechado su papel en la Commonwealth, que abarca más de una quinta parte de la masa terrestre y un mercado de 2.300 millones de ciudadanos, pues defiende que con países que lo forman como Australia e India, Londres tiene más en común que con otros países europeos como Letonia y Eslovaquia.

“La Commonwealth sigue siendo un recurso inexplorado para el Reino Unido. Lamentablemente, en los últimos años, las ventajas de esta enorme alianza se han minimizado o se han pasado por alto. Este desdén ha sido en parte causado por nuestra mayor participación con la UE, que ha centrado nuestra mirada estrecha en Europa, más que en el mundo en general”, escribió Marland.

Una línea populista que engancha a los británicos que quieren recuperar su ex poder colonial y que alaba el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, diciéndole “respetuosamente a sus queridos amigos y colegas europeos que es hora de romper la pesadumbre general sobre el resultado de las elecciones”. Johnson, tras mantener una conversación telefónica con el vicepresidente electo estadounidense, Mike Pence, defendió “la importancia de mantener la relación especial y la necesidad de afrontar juntos los desafíos mundiales”.