parís - Controlar con la mirada las salidas más cercanas en espacios con mucha gente o cerrados es solamente una de las secuelas del traumatismo experimentado por quienes aún hoy dicen sentir ansiedad a la hora de adentrarse en esos lugares.
“El sufrimiento psicológico todavía es importante. Muchos siguen en tratamiento. A muchos les invaden aún imágenes del atentado”, explica la asociación Paris Aide aux Victimes (PAV), lanzada por el Ministerio de Justicia en apoyo a los afectados.
En plena conmemoración, todavía hay una veintena de víctimas hospitalizadas: nueve de ellas a tiempo completo, y las otras once con visitas diarias a los hospitales para someterse a curas. Además, casi 2.000 personas han sido tratadas por diferentes asociaciones de ayuda a las víctimas, reflejo de su impacto en quienes se libraron de la muerte.
Ante el homenaje, los afectados y sus allegados, se encuentran divididos. “Algunos quieren una celebración colectiva, para estar juntos y pensar en los que han desaparecido. Otros no, y reniegan de toda propuesta”, sostiene la PAV.
No faltan tampoco quienes han optado por no estar en la capital este fin de semana para huir físicamente de los recuerdos. Pero más allá de la pompa estatal, lo que une a las víctimas es la intención de hacer valer sus derechos.
indemnización cuantiosa Los afectados pueden beneficiarse de una ayuda financiera que hasta ahora ha entregado unos 40 millones de euros que, según esa organización, se suman a las ayudas sociales y psicológicas.
En total, según sus cálculos, hay 1.500 personas registradas con derecho a una indemnización, aunque la PAV prefiere no desvelar a cuánto ascenderá cada una.
En el punto de mira está el reconocimiento del perjuicio psicológico, que debe tener en cuenta, según un informe respaldado esta semana por 170 abogados, la “gran angustia” de quienes en cuestión de segundos “pasaron de un momento de fiesta a una escena de guerra”.
Los abogados también piden que el fondo de garantía reconozca a los allegados el perjuicio sufrido por la dura espera entre que conocieron los hechos, se confirmó que tenían familiares en el lugar del ataque y supieron su estado de salud o su muerte.
Estas reclamaciones parecen haber sido bien recibidas por la secretaria de Estado de Ayuda a las Víctimas, Juliette Méadel, que este miércoles reconoció que la angustia de quienes vieron la muerte de cerca puede generar traumas con consecuencias graves para la salud, y debe ser reconocida.
Esa onda de choque queda bien reflejada en el reciente cómic Mon Bataclan, en que el ilustrador Fred Dewilde vuelca en primera persona lo sucedido y el camino de superación recorrido desde entonces.
“En un instante nos convertimos en una masa de vivos, de heridos, de muertos, en una masa de miedo, que gritaba de terror”, ahonda un hombre que dice haber sentido la necesidad de contarlo para pasar página, no para olvidarlo.
Y algunos han visto en el encuentro con otros afectados una forma de lidiar con las consecuencias de aquella noche: “Nos debemos la vida mutuamente”, sostiene David, un chileno de 25 años que selló con Stéphane, de 50, una amistad duradera iniciada en su huida por una de las ventanas del Bataclan. - Efe