Estambul - El Gobierno turco anunció ayer que intensificará su lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), al que responsabiliza del atentado contra una boda kurda en el extremo sur del país el pasado sábado, en el que murieron 54 personas, más de la mitad menores de edad.
El ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, señaló en una declaración ante la prensa, retransmitida por las emisoras locales, que Turquía debe “limpiar” de extremistas su zona fronteriza con Siria. “Nuestra frontera debe limpiarse por completo del Dáesh. Es nuestro derecho más natural luchar en casa y fuera contra ese tipo de organización terrorista”, explicó el ministro.
Turquía comparte una frontera de unos 900 kilómetros con Siria, en cuya parte norte los kurdos sirios luchan contra los yihadistas, ambos considerados como enemigos por Ankara. Según Çavusoglu, Turquía y su presidente, Recep Tayyip Erdogan, se han convertido en “un objetivo primario del Dáesh”. Las autoridades turcas han prohibido la entrada al país a 55.000 supuestos seguidores del Dáesh y deportado a otros 4.000, explicó.
“En este escenario le hemos atestado el mayor golpe al Dáesh”, afirmó Çavusoglu, y agregó que Turquía y Erdogan juegan un papel clave en la derrota de la ideología de los yihadistas. “Por eso, Recep Tayyip Erdogan es su principal objetivo”, concluyó el ministro de Exteriores turco.
menores de edad Mientras tanto, el balance de víctimas del atentado del sábado por la noche sigue sumando muertos. Más de la mitad de las ya 54 víctimas mortales eran menores de edad, según informó ayer la prensa local, que hablaba de tres personas que perecieron anteanoche a causa de las heridas sufridas. Cerca de 70 personas siguen ingresadas en los hospitales de Gaziantep, con al menos 14 en estado grave.
Por otra parte, los autoridades locales completaron ya la autopsia e identificación de 44 de las víctimas del atentado y se constató que 29 de ellas eran menores de edad. Del total de víctimas identificadas, 31 eran varones y 13 eran mujeres, y de la lista de fallecidos publicada por la emisora CNNTürk se desprende que 16 de ellos tenían entre 4 y 13 años, mientras que otros ocho habían cumplido justamente 14.
Pero no solo las víctimas eran menores de edad: también el supuesto terrorista suicida era un niño, de entre 12 y 14 años, según adelantó el domingo el propio Erdogan. El análisis de las cámaras de seguridad en la calle donde se produjo la masacre muestran cómo el joven era acompañado hasta el lugar de los hechos por dos adultos, que se alejan rápidamente unos momentos antes de la detonación.
El primer ministro turco, Benali Yilidirim, expresó ayer ante la prensa su más rotunda condena de las organizaciones terroristas “que utilizar para cometer matanzas a niños, niños que aún no han llegado a la primavera de su vida”. El explosivo estaba rodeado de trozos de metal para causar un efecto más mortífero, al igual que ocurrió en los atentados atribuidos por el Gobierno turco al Dáesh en Suruç (sur del país) y Ankara, perpetrados el año pasado.
A pesar de que el EI no se ha atribuido hasta ahora ninguno de esos atentados en Turquía, las autoridades insisten en que la pista principal conduce a los yihadistas.