París - En estado de emergencia desde los atentados yihadistas de mediados de noviembre en París, un régimen renovado este jueves hasta finales de julio para cubrir precisamente tanto la Eurocopa como el Tour de Francia, la posibilidad de un fallo en territorio francés minaría la eficacia y confianza en ese dispositivo. El aeropuerto de Roissy-Charles de Gaulle, del que despegó el Airbus A320 de Egyptair a las 23.09 hora local del miércoles (21.09 GMT), ocupa un papel principal en la investigación abierta por la Fiscalía de París, que somete a criba el trato que recibió el vuelo MS804 siniestrado.
Los investigadores de la Gendarmería de Transporte Aéreo (GTA) van a examinar tanto al personal del aeropuerto susceptible de haberse acercado a la aeronave como a aquéllos de las subcontratas de limpieza o suministro.
Las pesquisas se centran también en la lista de pasajeros y de la tripulación, aunque desde Egipto se ha avanzado que en estos momentos no hay indicios de ningún individuo sospechoso.
salafistas en zonas de carga Un directivo de la Policía de Fronteras (PAF) indicó ayer a Le Figaro que en el pasado se detectaron a salafistas entre quienes tienen autorizado el paso a las zonas de carga y descarga, y que desde mediados de diciembre se ha retirado el pase a 70 de los 8.500 agentes que trabajan en los enclaves más sensibles del aeropuerto “por radicalización”.
Las imágenes de videovigilancia del Charles de Gaulle, en el que hay instaladas 8.000 cámaras, se suman al puzzle con el que se intenta desde el jueves desenmarañar lo sucedido para que el avión, que desapareció de los radares a las 02.45, acabara estrellado en el Mediterráneo. Ese Airbus A320 de Egyptair, según la web especializada flightradar.com, había pasado ese mismo día por Eritrea, Egipto y Túnez. Su escala en París tras haber aterrizado procedente de El Cairo a las 19.55 GMT duró poco más de tres horas. “La investigación es una carrera contrarreloj, porque si hubo complicidades en Roissy habrá que encontrar rápidamente a los miembros de la red, que podrían volver a atacar”, opinó Le Figaro. El precedente más cercano remonta al 31 de octubre, cuando un Airbus de la aerolínea rusa MetroJet fue derribado por la rama egipcia del grupo yihadista Estado Islámico (EI), que afirmó haber conseguido colocar una bomba de fabricación casera en su interior antes de que despegara del aeropuerto egipcio de Sharm al Sheij. “En todas las líneas de riesgo serían necesarios escáneres corporales para detectar explosivos, pero todavía no es así”, lamentó un experto en seguridad aérea en el rotativo.