Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, cerraron ayer el acuerdo para devolver a Turquía a todos los inmigrantes irregulares nuevos que crucen desde este país hacia las islas griegas a partir de mañana. “Acuerdo. La prueba de su implementación empieza el domingo”, señaló la presidenta de Lituania, Dalia Grybuskaitè, en un mensaje de la red social Twitter, al tiempo que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, confirmó que “hay un acuerdo unánime entre todos los jefes de Estado y de Gobierno de la UE y el primer ministro turco”.

“Todos los inmigrantes quedarán protegidos de acuerdo a los estándares internacionales pertinentes y con respeto al principio de “no devolución en caliente”, señala la declaración conjunta, que también recalca que se trata de una medida “temporal y extraordinaria” que es necesaria para poner fin al “sufrimiento humano y restaurar el orden público”. La UE y Turquía precisan que todos los inmigrantes irregulares que lleguen a las islas griegas serán debidamente registrados y sus solicitudes de asilo procesadas “de forma individual” por las autoridades helenas, de acuerdo con la directiva europea de asilo y en cooperación con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Esta directiva permite aplicar un proceso acelerado para derivar a todos los solicitantes de asilo que hayan llegado a la UE desde un país tercero seguro hacia ese país, en este caso Turquía, por lo que en la práctica el sistema permitiría evitar que sigan acumulándose casos en Grecia en espera de su tramitación. Todos aquellos inmigrantes que no deseen pedir asilo o que no cumplan los requisitos para recibirlo tendrán que ser deportados. Turquía y Grecia, asistidas por las instituciones y agencias de la UE, tomarán las medidas necesarias para asegurarse de que el sistema funcione en la práctica. La UE se compromete a cubrir los costes de las operaciones de retorno.

El acuerdo incluye el llamado mecanismo “uno por uno”, por el cual por cada sirio devuelto a Turquía, la UE se compromete a aceptar por vías legales a otro sirio desde este país, e indica que este proceso se llevará a cabo de acuerdo con los criterios de vulnerabilidad de Naciones Unidas, según los cuales se dará prioridad en la salida del territorio turco a las personas más débiles como mujeres y niños. Se dará prioridad también a todos los inmigrantes que no hayan entrado previamente o intentado entrar en la Unión Europea.

Las reacciones al acuerdo no se hicieron esperar. Amnistía Internacional lo tachó de “golpe histórico” a los derechos humanos. “El doble discurso colectivo de los líderes europeos no logra ocultar la miríada de contradicciones en las que incurre el trato sellado entre la Unión Europea y Turquía sobre cómo manejar la crisis de los refugiados”, señaló AI en un comunicado emitido desde su sede en Londres. Con este acuerdo, la Unión Europea “ignora sus obligaciones internacionales de manera intencionada”, señaló el director para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional, John Dalhuisen. “Las promesas de respetar las leyes internacionales y europeas parece un recubrimiento de azúcar para una píldora de cianuro que la protección al refugiado en Europa se ha visto forzada tragar”, agregó Dalhuisen.

Incertidumbre en Idomeni Mientras, los refugiados del campo de Idomeni, en la frontera de Grecia con la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), mantienen la incertidumbre sobre su futuro tras el acuerdo entre UE y Turquía. Las llegadas de migrantes a Grecia no han cesado en los últimos días y el número de refugiados en el país ha aumentado a 46.200 con el desembarco en las últimas horas más de 670 en las islas del este del mar Egeo, donde ya hay 7.200 migrantes esperando ser trasladados al continente.

La cumbre de Bruselas no ha decidido, sin embargo, qué pasará con las 10.500 personas que se agolpan todavía sobre en el campamento de Idomeni, en muchos casos familias en precarias tiendas de campaña. Los refugiados de este campo siguen pidiendo a la UE que se abran las fronteras para continuar su camino hacia el norte del continente.

Son los más jóvenes de entre los refugiados los que intentan, a través de sus teléfonos móviles inteligentes, acceder a las últimas noticias que les proporcionen un poco de esperanza, lo cual consiguen poniéndose cerca de las casetas de algunas ONG, que cuentan con red wifi y les permiten navegar.

Mohammed, procedente de la ciudad siria de Homs, relataba ayer con optimismo haber leído que la Unión Europea iba a “recolocar a los sirios en cuatro países”, entre ellos Alemania y Suecia. Para él hay diferencias entre los refugiados sirios y los de Afganistán o Irak, una distinción que también se hace en Bruselas: “Siria es la peor guerra del mundo”, explica. La falta de información sumada a la discriminación de nacionalidades hace que salte la tensión entre los representantes de distintos países, y Mohammed ya ha escuchado, asegura, peleas entre sirios y afganos durante algunas noches.

Ausencia institucional El ministro del Interior griego, Panayotis Kurumplís, visitó la mañana de ayer el campo de refugiados de Idomeni, donde criticó las condiciones en las que viven los solicitantes de asilo. Kurumplís aseveró que este campo de refugiados es el resultado directo “de las fronteras cerradas”, y explicó que cuando se recibe “como se ha hecho, a puñetazos” a los refugiados, se puede entonces comparar Idomeni “con el campo de concentración nazi de Dachau”.

El titular de Interior aseguró que el Ejecutivo heleno cree en una Europa de fronteras abiertas. Además, Kurumplís prometió que se ampliará la cobertura sanitaria y la vacunación de los refugiados en Idomeni. La Asociación Panhelénica de Médicos había pedido al Gobierno que tomara medidas adecuadas para prevenir una epidemia de hepatitis A tras detectarse ya dos casos de esta enfermedad -en dos niños- a lo largo de la última semana en este campamento improvisado. La presencia gubernamental en el campo de Idomeni es prácticamente nula y las tareas de saneamiento y asistencia las ejercen hasta ahora de manera mayoritaria las organizaciones no gubernamentales.

MSF instalará ocho nuevas cubiertas, las cuales cuentan con camastros plegables sobre un suelo de madera y PVC y tienen una capacidad total para 400 personas. Son los miembros de las ONG junto con los traductores y otros activistas los que deciden quiénes ocupan esas plazas en función de su situación de vulnerabilidad (madres solteras, niños...), lo que, admiten las organizaciones, “es algo muy difícil”. El “90 % del trabajo” en Idomeni, se lamentan representantes de MSF, lo hacen las ONG desplegadas sobre el terreno, ya que el Gobierno heleno no asiste, aunque sí despliega, por otro lado, un fuerte contingente policial.

Unos cuantos refugiados se manifestó ayer de nuevo pidiendo la apertura de fronteras no lejos de la valla que separa Grecia de ARYM, siendo vigilados por varias decenas de efectivos de las fuerzas de seguridad helenas.

Expulsiones. Todos los “migrantes irregulares” -denominación que ahora también incluye a los refugiados- llegados a las islas griegas desde mañana serán devueltos a Turquía. El texto final se revista de legalidad al señalar que no habrá “expulsiones colectivas”. La UE y Turquía precisan que todos los inmigrantes irregulares que lleguen a las islas griegas serán debidamente registrados y sus solicitudes de asilo procesadas “de forma individual” por las autoridades helenas, de acuerdo con la directiva europea de asilo y en cooperación con ACNUR. Esta directiva permite aplicar un proceso acelerado para derivar a todos los solicitantes de asilo que hayan llegado a la UE desde un país tercero seguro hacia ese país, en este caso Turquía.

Uno por uno. A cambio, por cada sirio retornado a Turquía otro será reasentado legalmente en la UE. Para elegirlos, se tendrán en cuenta criterios de vulnerabilidad, por ejemplo, mujeres y niños. También tendrán prioridad aquellos que no hayan ingresado antes en Europa.