IDOMENI. Los refugiados del campo de Idomeni, en la frontera de Grecia con la Antigua Yugoslava de Macedonia (ARYM), esperan con impaciencia la decisión de Bruselas sobre la gestión de la crisis migratoria, mientras siguen pidiendo a la UE que se abran las fronteras para continuar su camino hacia el norte del continente.

Según cifras oficiales hasta 10.500 personas se agolpan todavía sobre el terreno, en muchos casos familias en precarias tiendas de campaña, esperando que les lleguen novedades de la cumbre de líderes de los 28.

Son los más jóvenes de entre los refugiados los que intentan, a través de sus teléfonos inteligentes, acceder a las últimas noticias que les proporcionen un poco de esperanza, lo cual consiguen poniéndose cerca de las casetas de algunas ONG, que cuentan con red wifi y les permiten navegar.

Mohammed, procedente de la ciudad siria de Homs, relata con optimismo a Efe que ha leído que la UE "va a recolocar a los sirios en cuatro países, entre ellos Alemania y Suecia".

Para él hay diferencias entre los refugiados sirios y los de Afganistán o Irak, una distinción que también se hace desde Bruselas: "Siria es la peor guerra del mundo", explica.

La falta de información sumada a la discriminación de nacionalidades hace que salte la tensión entre los miembros de distintos países, y Mohammed ya ha escuchado, asegura, peleas entre sirios y afganos durante algunas noches.

El ministro del Interior griego, Panagiotis Kurumplís, visitó el campo de refugiados de Idomeni esta mañana, desde donde ha criticado las condiciones en las que viven los migrantes.

Kurumplís aseveró que este campo de refugiados es el resultado directo "de las fronteras cerradas", y explicó que cuando se recibe "como se ha hecho, a puñetazos" a los refugiados, se puede entonces comparar Idomeni "con el campo de concentración nazi de Dachau".

El titular de Interior aseguró que el Ejecutivo heleno cree en una Europa de fronteras abiertas.

Además Kurumplís ha prometido que se ampliará la cobertura sanitaria y la vacunación de los refugiados en Idomeni.

La Asociación Panhelénica de Médicos había pedido al Gobierno que tomara medidas adecuadas para prevenir una epidemia de hepatitis A tras detectarse ya dos casos de esta enfermedad -en dos niños- a lo largo de la última semana en este campamento improvisado.

La presencia gubernamental en el campo de Idomeni es prácticamente nula y las tareas de saneamiento y asistencia las ejercen hasta ahora de manera mayoritaria las ONG.

Un activista de Médicos Sin Fronteras (MSF), coordinador de la instalación de unas nuevas carpas para los refugiados, se quejaba a Efe de que la visita del ministro ha sido "una fuerte molestia", ya que "no ha ofrecido soluciones" y ha forzado a que su jornada de trabajo empezara "dos horas más tarde", haciéndole perder un tiempo muy valioso.

"Si el tiempo lo permite y no llueve podremos tenerlas instaladas en dos semanas", explicaba.

MSF instalará ocho nuevas cubiertas, las cuales cuentan con camastros plegables sobre un suelo de madera y PVC, y tienen una capacidad total de 400 personas.

Son los miembros de las ONG junto con los traductores y otros activistas los que deciden quiénes ocupan esas plazas en función de su situación de vulnerabilidad (madres solteras, niños...), lo que, admiten las organizaciones, "es algo muy difícil".

El "90% del trabajo" en Idomeni, se lamentan desde MSF, lo hacen las ONG desplegadas sobre el terreno, ya que el Gobierno heleno no asiste aunque sí despliega, por otro lado, un fuerte contingente policial.

Unos cuantos refugiados se han manifestado de nuevo pidiendo la apertura de fronteras no lejos de la valla que separa Grecia de ARYM vigilados por varias decenas de miembros de las fuerzas de seguridad helenas.

Las llegadas a Grecia no han cesado en los últimos días y el número de refugiados en el país ha aumentado a 46.200 con el desembarco en las últimas horas más de 670 en las islas del este del Egeo, donde ya hay 7.200 migrantes esperando ser trasladados al continente.