Berlín - Alemania inauguró ayer una nueva etapa política de consecuencias imprevisibles con el rotundo éxito cosechado por el partido de derecha populista Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones regionales celebradas en tres estados federados. De acuerdo con las primeras proyecciones de votos, AfD registró un ascenso récord en los tres lander al convertirse en la segunda fuerza más votada en Sajonia-Anhalt con un 21,5% de los apoyos, la tercera en Renania Palatinado con un 10% y la cuarta en Baden-Württemberg, con un 12,5%

El descontento con la política de refugiados se cebó con el partido de la canciller Angela Merkel, que sufrió un revés en el rico land de Baden-Württemberg, sede de poderosas empresas como Daimler y Porsche, al dejar de ser por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial el partido más votado. La CDU cayó desde el 39% registrado en las elecciones de 2011 hasta el 27,5%o, por detrás de Los Verdes, que subieron desde el 24,2% hasta el 32,5%. El Partido Socialdemócrata (SPD), por su parte, pasó del 23,1% hasta el 13 por ciento en ese estado federado.

El SPD, socio de Merkel en el Gobierno de coalición, también se llevó un duro golpe en Sajonia-Anhalt, donde cayó del 21,5% de los votos al 12%. Mientras, la CDU sufrió una ligera pérdida pasando del 32,5% de los votos en los comicios anteriores al 30,5%o. Por el contrario, en Renania-Palatinado el SPD vio aumentar sus apoyos del 35,7% al 37,5%. En tanto, la CDU cayó ligeramente del 35,2% al 33%.

Con un discurso provocador y por momentos xenófobo, la joven fuerza de la ultraderecha capitalizó el descontento de muchos con la política de refugiados de Angela Merkel.

El éxito deja al partido con representación parlamentaria en ocho de los 16 Lander alemanes, que podría elevar a diez en las elecciones regionales de este año en Berlín y Mecklemburgo-Antepomerania. Un sólido punto de partida para las generales del año que viene. “Lo que vimos en estas elecciones es que los votantes se alejaron de los grandes partidos establecidos y nos dieron su voto, esperando que por fin seamos la oposición que ya no existe en el Bundestag y en otros parlamentos regionales”, celebró la jefa de AfD, Frauke Petry, cuando comenzaron a difundirse los resultados del partido. “No agitamos miedos”, se defendió Petry. Casi al mismo tiempo, su polémico vicepresidente, Alexander Gauland, atribuía a la política de refugiados de Merkel el éxito de AfD y lanzaba: “Tenemos una posición muy clara en la política de refugiados: no queremos recibir a ninguno”.

Plataforma antiinmigración La historia de AfD es la historia de un giro. El joven partido fundado en 2013 evolucionó desde sus orígenes euroescépticos para convertirse desde 2015 en una plataforma antiinmigración con una retórica dura y deliberadamente provocadora. El giro coincidió con el estallido de la crisis de los refugiados, que el propio Gauland consideró en diciembre “un regalo”, y sedujo tanto a ultraderechistas como a ciudadanos alarmados por los 1,1 millones de solicitantes de asilo que el país recibió durante el pasado año.

La deriva del partido hizo que el semanario Der Spiegel publicara en portada la foto de Petry con el título La predicadora del odio y que The New York Times calificara de “nueva cara del racismo en Alemania” al controvertido líder regional de AfD Björn Höcke. Incluso el presidente de la conferencia episcopal, Reinhard Marx, intervino hoy para aconsejar no votar por fuerzas xenófobas: “Un cristiano no puede dar su voto a quien difunde el odio y el racismo”.

Pero pese a ese perfil, “es interesante destacar que AfD saca votos de todos los partidos”, analizó esta semana la politóloga Andrea Römmele, que consideró “tremendo” y “peligroso” el avance de la formación y lo atribuyó a un “voto protesta”. Aún es pronto para prever si el partido mantendrá su fuerza y entrará en el Bundestag en las elecciones generales del año que viene, un hecho que acabaría con la capacidad de Alemania para marginar fuerzas populistas y derechistas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero las elecciones de ayer dejan ya consecuencias concretas.

La primera se verá en las próximas semanas: la CDU de Merkel, los socialdemócratas del SPD y los Verdes descartaron ya negociar alianzas regionales con AfD, pero el ingreso del partido en los parlamentos dificultará que se repitan las coaliciones de Gobierno actuales y exigirá complicadas negociaciones a tres bandas.

Los expertos cuentan también con una mayor agitación en las aguas más bien serenas de la política alemana: alentados por el éxito de la estrategia de crispación, se espera que los nuevos diputados regionales de AfD apuesten por más provocación que política.

Una tercera consecuencia posible, que Merkel intente atajar el ascenso de AfD dando un giro en su política de refugiados, quedó casi descartada por la mayoría de analistas. “Seguirá considerando como su tema central el reto de los refugiados y apostando por su estrategia: encontrar una solución europea”, adelantó Römmele. Pero lo cierto es que el ascenso de AfD se logró en parte a costa de una fuerte caída de la CDU y del SPD, socios de Merkel en el Gobierno nacional. Los dos grandes partidos alemanes tendrán que reflexionar sobre cómo seguir hasta 2017 si pretenden evitar que la jornada de ayer se repita a nivel nacional. “Las elecciones regionales cambian de fondo la correlación de fuerzas políticas, porque con toda probabilidad nadie podrá seguir gobernando como hasta ahora”, analizó la cadena pública ARD. “Esto también podría tener consecuencias en Berlín, donde el buen resultado de AfD se sigue con gran preocupación”.