brasilia - El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva afirmó que la operación realizada ayer por la Policía en su contra que culminó con su detención solo buscaba ofrecerle un “espectáculo” a los medios de comunicación, ya que, si un juez quería escucharlo solo necesitaba enviarle una notificación. “Si el juez (Sergio) Moro (responsable por el caso de corrupción en la estatal Petrobras) o la Fiscalía querían escucharme, tan solo necesitaban mandarme un oficio porque yo nunca me negué a prestar declaraciones”, afirmó Lula ante militantes del Partido de los Trabajadores (PT) tras ser conducido este viernes a una comisaría de Policía a un interrogatorio.
Lula afirmó que se sintió “prisionero”. El ex jefe de Estado se dijo “indignado” por la llegada de los agentes de la policía y tildó de “lamentable” la actuación del Poder Judicial, en una rueda de prensa que concedió en la sede de la dirección nacional del Partido de los Trabajadores (PT). “No voy a bajar la cabeza después de hoy y la forma de levantarla es no tener miedo”, resaltó Lula, quien aseguró que “el país merecía un poco más de respeto”.
El exmandatario aseveró que está “íntimamente afligido, ofendido y ultrajado” porque “no merece” la situación por la que atraviesa ya que, en su opinión, él es “mejor que todos los politólogos y abogados de este país”. “Si quisieron matar a la cobra, no le dieron en la cabeza, le dieron en el rabo. Y la cobra sigue viva”, subrayó Lula, quien exclamó: “Todo el mundo puede conseguir cosas menos la mierda de este metalúrgico (su anterior profesión)”.
Además de conducir al ex jefe de Estado a una comisaría para prestar declaración, la Policía Federal allanó varias residencias del exmandatario, incluyendo el Instituto Lula, de sus familiares y de algunos allegados, en el marco de la investigación por el gigantesco escándalo de corrupción en Petrobras.
“Estamos viviendo un proceso en que la pirotecnia vale más que cualquier cosa, lo que vale más es el espectáculo que se le ofrece a los medios que la investigación seria y responsable de la Policía o la Fiscalía, que son instituciones que respeto”, agregó el exmandatario.
Lula se refirió a la operación policial en un encuentro que tuvo con militantes del PT en la sede nacional de la formación oficialista en el centro de Sao Paulo, a donde se dirigió tras ser interrogado en una comisaría en el aeropuerto de Congonhas.
El vídeo con las primeras declaraciones del ex jefe de Estado tras su declaración fue divulgado en las redes sociales por grupos vinculados al PT. Lula alegó que la Policía no tenía por qué conducirlo hasta una comisaría porque nunca se negó a comparecer ante cualquier autoridad para dar explicaciones. “Ya fui a dar varias declaraciones ante el Ministerio Público y ante la Policía Federal. El enero pasado estaba de vacaciones y no me negué a ir a Brasilia a declarar ante la Policía”, afirmó. Lula calificó la actitud de la Fiscalía como “muy grave” y agregó que tenía una clara motivación política.
“De cualquier forma nada de eso disminuye mi entusiasmo. Por el contrario ellos encendieron aún más la llama dentro de mí”, aseguró.
En una rueda de prensa en que dio detalles de la operación, el fiscal Carlos Fernando dos Santos Lima, responsable de la investigación del caso de Petrobras, afirmó que la Fiscalía optó por obligar a Lula a comparecer a una comisaría en lugar de citarlo en una fecha determinada para evitar manifestaciones. El mismo fiscal dijo que el conjunto de indicios de que el exmandatario pudo haberse beneficiado de los desvíos de Petrobras es “bastante significativo”.
Según Dos Santos Lima, el Instituto Lula y una empresa usada por el ex jefe de Estado para cobrar por conferencias recibieron cerca de 7,5 millones de dólares en donaciones de las cinco empresas más implicadas en los desvíos en Petrobras. “Es claro que donaciones pueden ser hechas por diversos motivos, pero tenemos que investigar si eso tiene alguna relación con los desvíos de Petrobras”, afirmó.
La conocida como Operación Lava Jato (lavadero de autos) saltó en marzo de 2014, tras la detención de una veintena de personas en varios Estados de Brasil, aunque las investigaciones se trasladan a julio de 2013, cuando la Policía Federal de Curitiba (Paraná) descubrió una red de lavado de dinero que operaba desde Brasilia y São Paulo. En el proceso de la operación, se destapó una red de corrupción en la estatal brasileña Petrobras, así como un sinfín de problemas financieros y políticos, que afectaban a figuras cercanas al gobierno. Tras casi dos años de investigación, hay decenas de detenidos, en su mayoría altos ejecutivos de empresas constructoras involucradas en un esquema de pago de sobornos por contratos, así como directivos de Petrobras.
Sobre el dinero presuntamente desviado, la Fiscalía calcula que la cantidad total entre 2004 y 2012 asciende a 8.000 millones de dólares, en el mayor escándalo de corrupción de la democracia brasileña. - Efe