JERUSALÉN. El ex primer ministro Ehud Olmert ingresará mañana en prisión condenado por corrupción y obstrucción a la justicia, en la primera vez que es encarcelado en Israel un ex jefe de Gobierno.

Pendiente aún de otros dos procesos, Olmert cumplirá por ahora una condena de 19 meses (18 de un caso y uno adicional de otro), y lo hará en una cárcel a las afueras de Tel Aviv por la que ya han pasado otros políticos, entre ellos el ex presidente Moshé Katsav, condenado por delitos sexuales, y varios ministros.

"Decepcionado", dijo Olmert entre lágrimas después oír de su última sentencia el miércoles, en la que los jueces le añadieron un mes de castigo por haber tratado de convencer a la que fuera su secretaria y confidente, Shula Zaquen, de que no testificara contra él en uno de los juicios por corrupción.

Este se suma a los 18 meses a los que le condenaron en diciembre por su parte en la trama conocida como "Holyland", un complejo de viviendas de lujo en Jerusalén que fue aprobado durante su época como alcalde de la ciudad entre 1993 y 2003.

En un principio condenado a seis años, los magistrados le rebajaron al final la pena tras considerar que sólo quedaba demostrado que había recibido 60.000 shékels (unos 13.900 euros o 15.463 dólares) en concepto de soborno.

Al ex primer ministro, que heredó el gobierno de manos de Ariel Sharón y dirigió Israel desde 2006 a 2009 al frente del partido Kadima, aún le quedan dos expedientes judiciales, el principal de ellos el llamado "caso Talansky", por el que ya ha sido declarado culpable y condenado a otros ocho meses.

De acuerdo a lo que diga el Supremo, Olmert podría ver ampliada aún más su estancia en prisión.

A partir de mañana, el problema pasa de los tribunales al Servicio Israelí de Prisiones (SIP), que debe habilitar todo un ala especial de la prisión de Maasiahu para albergar al ocupante más destacado en la historia local, por delante del expresidente Katsav, pues la Presidencia tiene en Israel facultades representativas.

Uno de los principales retos será aislar al ex primer ministro de cualquier posible intento de extorsión y que lograr que los secretos de Estado en su poder sigan bien guardados.

A diferencia de otros presidiarios, Olmert no tendrá contacto con muchos de los internos.

De 70 años, el ex primer ministro será internado en llamado "Ala 10" de la prisión, conocida popularmente como "Ala VIP", "Ala Celebs" (de los famosos) o, desde que fue refrendada su condena, "Ala Holyland".

Mañana a primera hora deberá presentarse allí, cruzar el control de seguridad, reunirse con el jefe de la prisión, y hablar de su "nueva condición" con un trabajador social y el jefe de ala, que le pondrá al tanto de sus restricciones.

"Se aplicarán todas las regulaciones, no nos desviamos con ningún preso", dijeron fuentes de la prisión al diario Yediot Aharonot, que no obstante informa de que para Olmert la seguridad será especial, y no precisamente por temor a que escape.

Debido a que se trata de un ex jefe de gobierno, el servicio secreto participa en la seguridad en torno a su celda, que tendrá televisión por circuito cerrado, sensores de movimiento en el cuarto de baño contra cualquier intento de suicidio y un vigilante en la puerta de forma permanente.

Sus "compañeros" más inmediatos serán cinco empresarios y funcionarios del mismo caso Holyland y cuatro presos que cumplen condena por delitos de transporte y han pasado una exhaustiva revisión de los servicios secretos.

En cuanto a la rutina en su nueva "residencia oficial" consistirá en paseos por el pequeño patio -que podrá hacer vestido de civil-, tres comidas al día en un pequeño comedor o su celda y 1.600 shékels (unos 360 euros) de paga mensual para comprar productos alimenticios e higiénicos y las tarjetas con las que podrá hablar con su familia en el teléfono público del pasillo.

Su celda dispondrá de televisión con una oferta básica de canales públicos y privados, DVD si se lo trae de casa, hasta siete libros como máximo y periódicos, si él mismo abona la suscripción.

Podrá también utilizar su propia ropa de cama.

Ningún problema tendrá Olmert -un conocido madrugador- con levantarse a las 5.30, si bien de la celda sólo podrá salir a las 7.00 y habrá de regresar a ella antes de las 22.00.

Otra de las principales preocupaciones del SIP será mantener ocupado a su exclusivo preso ya que, por su condición, Olmert no podrá trabajar fuera de la prisión y estará en esta más aislado de lo normal.