París - Los principales partidos franceses, tras los resultados de las regionales del domingo, comenzaron a preparar las presidenciales de 2017, un objetivo que cohesiona al Frente Nacional (FN), pero que genera tensiones internas entre conservadores y socialistas.

Todas las formaciones encontraron motivos para la satisfacción pero también para la decepción en los resultados de la víspera.

El FN de Marine Le Pen no logró ninguna victoria pese a su récord histórico de votos, mientras que la derecha moderada ganó en votos y conquistó siete de las 13 regiones, pero el resultado fue menos brillante de lo esperado.

Los socialistas del presidente François Hollande limitaron las pérdidas con cinco regiones pero perdieron los quintos comicios desde su llegada al poder en 2012 y, sobre todo, cedieron París a la derecha. Paradójicamente fue en Los Republicanos de Nicolas Sarkozy, aritméticamente ganadores del escrutinio, donde las diferencias internas fueron más violentas. El expresidente fue criticado por la línea política del partido, considerada demasiado a la derecha, y por no haber retirado a sus candidatos en las regiones donde no tenía opciones de triunfo y había riesgo de victoria del FN, lo que sí hicieron los socialistas.

La agrupación prevé elegir su candidato al Elíseo después del próximo verano en unas primarias, y esa campaña ya ha comenzado.

El exprimer ministro Alain Juppé, que encarna una derecha más moderada, aparece como principal rival de Sarkozy, que oficialmente no ha dicho que se presentará a las mismas.

Ante las críticas, la respuesta de Sarkozy no se hizo esperar y anunció un cambio en la dirección del partido a partir de enero, que afectará sobre todo a su número dos, la exministra Nathalie Kosciusko-Morizet, muy crítica con la estrategia de la formación en la noche electoral. “Pensar que el partido se refuerza con purgas es una vieja idea estalinista”, dijo Kosciusko-Morizet, que recibió el respaldo de Juppé, para quien “la expulsión nunca es una buena respuesta”. Sarkozy comenzó a maniobrar también para adelantar las primarias, una idea a la que son hostiles los otros varones del partido.

Más calmada fue la resaca electoral en el Partido Socialista, muestra de que, aunque derrotados, creen que los resultados son menos dramáticos de lo esperado. Pese a que perdieron el casi monopolio regional conquistado en 2010 y solo conservaron cinco bastiones, los socialistas recordaron que los sondeos les anunciaban como mucho dos victorias.

Pero ese conformismo no evitó que aparecieran voces discordantes procedentes del ala más izquierdista, que pidió un giro al Gobierno de Hollande para “responder a los auténticos problemas de los franceses”, en palabras del diputado del sector crítico Christian Paul.

“Los franceses nos reprochan habernos alejado de los principios socialistas y eso lo han sufrido muchos de nuestros candidatos en las regionales”, aseguró el diputado, que señaló que el PS “ha sobrevivido, pero no pude mantener el mismo rumbo”.

El primer ministro, Manuel Valls, que en la noche electoral pidió no caer en el conformismo y por el momento no parece haber crisis de Gobiern ni dimisiones. - Efe

Récord histórico. Los 6,8 millones de votos que logró el FN suponen su récord histórico. Sin embargo, no fue suficiente para vencer en la segunda vuelta, donde es necesario el 51% de los votos.

Contraataque de los socialistas. El Gobierno anunció que pondrá en marcha un plan en favor del empleo el próximo mes, con la esperanza de recuperar el favor del electorado.

El secretario general del Frente Nacional aseguró que todavía no tienen “el nivel” para ganar en los comicios a dos vueltas, pero que les falta poco para lograrlo.