El Gobierno de Alexis Tsipras intentó ayer disputar el partido hasta el último minuto. In extremis remitía a media tarde una nueva propuesta a sus socios europeos con el objetivo de obtener una nueva prórroga del rescate que expiraba la pasada medianoche. Los ministros de economía y finanzas del Eurogrupo, reunidos de emergencia, rechazaban tras una hora de teleconferencia la solicitud. El resultado es que Atenas se queda de momento sin el paraguas que le permite recibir asistencia financiera de sus socios europeos y previsiblemente en situación de impago si finalmente no abonaba a medianoche el pago de 1.600 millones de euros que debían realizar al Fondo Monetario Internacional (FMI) tal y como anunció el ministro Yanis Varoufakis. “La posición del Gobierno griego no ha cambiado, las circunstancias políticas no han cambiado”, advertía anoche el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
Tres eran las peticiones que Atenas puso sobre la mesa ayer a la desesperada. En primer lugar, un tercer rescate de 29.100 millones de euros para hacer frente exclusivamente a los vencimientos de deuda externa y sus obligaciones internas durante los próximos dos años, y solo financiado por los gobiernos de la Eurozona -sin el FMI a bordo- a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), algo que según el ministro finlandés Alex Stubb deberían abordar “bajo los procedimientos normales”. Su segunda propuesta reclamaba una reestructuración de la deuda contraída con el Fondo de rescate europeo, que supera los 130.000 millones de euros, y la tercera una prórroga corta del segundo rescate.
Ninguna de ellas fue atendida. “El plazo límite para extender el programa de rescate griego fue el pasado fin de semana. Debido a los procedimientos parlamentarios ha sido imposible extenderlo. El programa se terminará esta noche”, anunciaba poco después de la reunión, a través de su cuenta de twitter, el ministro eslovaco de finanzas, Peter Kazimir. El resultado es que Atenas pierde el derecho a acceder a unos 16.000 millones de euros vinculados al segundo programa de rescate. Unos 12.700 millones del remanente que quedan en el fondo: 1.800 millones de un nuevo tramo de ayudas más 10.900 millones de destinados a financiar la recapitalización de los bancos griegos. A los que se suman, según un alto cargo europeo, otros 3.300 millones de los beneficios correspondientes a 2014 y 2015 del Banco Central Europeo por la compra de deuda helena de 2010.
“Es lamentable para Grecia que el programa de rescate expire sin ningún acuerdo que le dé seguimiento y que se pongan en riesgo los resultados positivos del programa”, lamentó ayer el director del MEDE, Klaus Regling. A su juicio, hasta la segunda mitad de 2014, Grecia estaba en el buen camino hacia el crecimiento, había conseguido recortar el déficit público y mejorar su competitividad, el desempleo empezaba a caer y tenía de nuevo acceso a los mercados financieros. “Esta tendencia puede mantenerse si el pueblo griego decide volver al camino de las reformas dentro de la zona euro”, añadió en clara alusión al referéndum convocado para el domingo.
Antes de que arrancara la nueva reunión extraordinaria del Eurogrupo, la poderosa canciller alemana ya había dejado clara su posición. “Antes de que se celebre un referéndum, como está previsto, no negociaremos nada nuevo”, zanjaba echando un jarro de agua fría a cualquier expectativa griega de arrancar algún compromiso a sus socios de la Eurozona. Y la misma conclusión sacaba el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. “Recibimos una carta del primer ministro Tsipras pidiendo básicamente un nuevo programa de asistencia financiera del MEDE y una extensión del programa anterior. Lo hemos discutido pero las circunstancias políticas y la posición del Gobierno griego no han cambiado”, zanjaba durante una entrevista a la cadena CNN. “Todavía esperamos al referéndum y el Gobierno griego todavía hace campaña por el no”, añadió.
Se trata de la segunda vez en apenas cuatro días en que los ministros de Economía y Finanzas de la Eurozona rechazan la petición de prórroga de Atenas. Lo mismo hicieron el sábado durante un Eurogrupo extraordinario que se saldó con duras acusaciones y una declaración suscrita por todos los ministros salvo por el griego Varoufakis. En todo caso no será la última. Según anunció ayer el portavoz de Dijsselbloem los ministros volverán a celebrar hoy una nueva teleconferencia, ya que se espera que Atenas remita una nueva carta con nuevas precisiones que permitan acercar el acuerdo que durante cinco meses ha sido imposible.
Y es que, en la carta hecha pública ayer no aclaran por ejemplo ni qué ajustes piensan realizar a cambio de las nuevas ayudas que reclaman a sus acreedores ni si el Gobierno cambiará de postura, tal y como le han pedido sus socios europeos, y hará campaña por el sí de cara a ese referéndum del domingo ni si podrían llegar a suspender la consulta en caso de pacto. Una posibilidad que el viceprimer ministro Yannis Dragasakis puso anoche sobre la mesa durante una entrevista en la televisión pública griega si es que consiguen llegar a un acuerdo.
Pero más allá de Atenas y del referéndum, donde miran muchos inversores y políticos hoy es hacia Frankfurt, donde se reúne de nuevo el Banco Central Europeo que tiene la llave del mecanismo de liquidez de emergencia (ELA). El domingo, tras la falta de acuerdo en el Eurogrupo y la convocatoria del referéndum, anunciaban su intención de congelar la línea de liquidez, lo que llevaba el lunes a Atenas a imponer un corralito. Ayer el ministro alemán, Wolfgang Schäuble, revelaba durante una reunión de su partido que han pedido al BCE que no aumente la liquidez que se mantiene en unos 89.000 millones de euros.
Pese a estos mensajes contradictorios, la puerta de las negociaciones sigue abierta y los contactos telefónicos en marcha. Alexis Tsipras hablaba el pasado lunes con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y ayer lo hacía con el presidente del BCE, Mario Draghi, en busca de un acuerdo que les permita ganar tranquilidad este verano. En los próximos dos meses Atenas tendrá que pagar vencimientos de más de 9.000 millones, 3.500 millones solo al BCE este 20 de julio.