túnez - Situada a 80 kilómetros de Túnez, a medio camino entre la capital y la ciudad costera de Susa, Gaafur es la típica población del centro sur tunecino, depauperada, con un rampante paro juvenil y el deporte o las horas muertas de café como únicas actividades. Como cualquier día de Ramadán, el domingo hay poca actividad en las calles. Ni siquiera en el entorno de la casa de su vecino ahora más célebre: el autor de la mayor matanza terrorista de turistas de la historia moderna de Túnez.
“Saifedine (Rezgui) era como todos los chicos aquí. Le gustaba mucho el fútbol, sobre todo el Real Madrid, e iba a los cafés con amigos”, explica uno de los vecinos. Todos los testimonios recogidos entre los habitantes coinciden en esta manida percepción sobre el fallecido autor de la matanza en una playa de Susa.
Solo los familiares evitan este día la exposición a los medios. Desde que el viernes fuera identificado como el autor la masacre, buscan anonimato y soledad. Solo Alí, su anciano tío, aseguró que la madre “se hundió” en el llanto, desconcertada y confundida, cuando se le comunicó la noticia.
Horas después, varios agentes se presentaron en su casa en busca de indicios que expliquen porqué un joven así, fan del rap, que vestía como cualquier chico y huía de las barbas y de la moda salafista, consiguió un kalashnikov y abrió fuego a sangre fría contra turistas extranjeros en una playa. “Las claves están en el ordenador, donde hay rastros de que hasta finales del pasado año visitaba foros vinculados al Estado Islámico (EI), y en sus contactos en Kairauan, donde estudiaba”, explicó un miembro de los servicios de Seguridad.
control El sábado, el primer ministro tunecino, Habib Esseid, reveló que Rezgui estudiaba Ingeniería en esta histórica urbe, capital del islam suní en la Edad Media. Y aportó un dato que inquieta a los investigadores: no existen registros de que el joven, de 23 años y con nombre de guerra Abu Yahya al Kairauani, se hubiera adiestrado en el exterior.
“Las medidas adoptadas por el Gobierno llegan tarde. Hace más de dos años que los expertos advertimos del problema de la radicalización de las mezquitas. Este es el resultado”, explica el abogado tunecino Nasser al Hany, quien pide una reforma total y urgente de los servicios secretos.
El jefe del Gobierno ha anunciado un control más férreo de los templos salafistas y una investigación a fondo de sus medios de financiación. Una táctica que camina hacia los expeditivos métodos policiales de la dictadura caída y de los que el “Nuevo Túnez” intentaba alejarse con medidas como la libertad religiosa garantizada tras el alzamiento.
Sería a través de las asociaciones universitarias vinculadas con la organización radical Ansar al Sharia, escisión de Al Qaeda, como Rezgui se habría radicalizado y lo que le habría permitido ocultar su doble vida a su familia y vecinos. Los investigadores tratan ahora de dilucidar si existe conexión entre el atentado del viernes y el del Museo de El Bardo. - Efe