bruselas - Las concesiones ofrecidas por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, a sus acreedores internacionales -gobiernos europeos, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional- en el marco de las negociaciones sobre un plan de reformas que permita desbloquear los 7.200 millones de euros del rescate y alejar así el fantasma de la bancarrota de Grecia pueden ser una “buena base” de discusión en Bruselas, pero en Atenas han sentado como un verdadero sopapo. Un día después de que el gobierno heleno pusiera sobre la mesa el tan demandado recorte de pensiones y subida de impuestos, y a 24 horas de un nuevo Eurogrupo decisivo, miembros de su partido respondían ayer descalificando este intento.
“El primer ministro tiene que informar primero a nuestro pueblo sobre el motivo por el que hemos fallado en la negociación y hemos acabado con este resultado. Creo que (las medidas) no están en consonancia con los principios de la izquierda. Esta carnicería social.... no pueden aceptarlo”, advertía ayer ante los micrófonos de una televisión griega el viceportavoz parlamentario y diputado de Syriza, Alexis Mitroulos. “Este programa no puede entrar así en el Parlamento” porque contiene medidas que “son extremas y antisociales”, añadía.
No es el único dirigente del partido que augura batalla en el parlamento si Atenas consigue cerrar esta noche un pacto con sus acreedores internacionales que incluya los parámetros desvelados el lunes. Según Yanis Mijeloyanakis, otro diputado del ala izquierdista de Syriza, el plan, que pretende hacer economías de 8.000 millones de euros en los próximos dos años, es peor que el primer rescate y será una lápida para Grecia. “Con la nuevas medidas los griegos perderán dos salarios mensuales. ¿Cómo se puede hacer un acuerdo que aumentará los suicidios y empobrecerá a la gente?”, se preguntó.
El Ejecutivo de Alexis Tsipras muy presionado para cerrar un acuerdo antes de que expire la actual prórroga del rescate el próximo 30 de junio -en que deberá abonar además casi 1.600 millones al FMI- y se pierda el acceso a los 7.200 millones restantes, defiende sus planes. Reconocen que suponen una ruptura con sus promesas electorales, pero insisten en que siguen defendiendo un reparto justo de la carga y que si no hay aval del parlamento heleno no les quedará más remedio que convocar elecciones anticipadas. “Las urnas y el voto del pueblo”, advirtió ayer el portavoz del Gobierno heleno, Gabriel Sakellaridis.
El polémico plan cruza por primera vez desde que arrancaran las negociaciones en febrero pasado dos de las líneas rojas del Ejecutivo de Syriza. En materia de pensiones por ejemplo, proponen un aumento de las contribuciones de los jubilados a la sanidad y la eliminación de las prejubilaciones a partir del próximo año con vistas a lograr un ahorro de 1.500 millones de euros en los próximos dos años. En materia de IVA, otro de los capítulos polémicos proponen mantener tres tipos de IVA del 6%, 13% y 23%. El primero se aplicaría a medicinas y libros, el segundo a alimentación, electricidad, hoteles y restauración y el general del 23% para el resto. Con esto aspiran a recaudar más de 2.000 millones a los que se sumarán nuevos ingresos por la subida de la carga fiscal de las empresas, un impuesto a los anuncios en televisión y al juego a través de internet.
El FMI quiere más Propuestas consideradas el lunes por la mayoría de Jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro como “una buena base” de negociación y que ayer seguían siendo analizadas por los negociadores de los acreedores para verificar y calcular que cubren la brecha fiscal exigida. Un análisis que no estaría exento de polémica debido a las reticencias expresadas en las últimas horas por el FMI que, según fuentes comunitarias, exige un endurecimiento mayor de las condiciones para rebajar el gasto en pensiones y aumentar los ingresos por IVA. Según las mismas fuentes, el organismo con sede en Washington “tiene todavía otros puntos de vista” y no estaría haciendo todo lo posible. Y, como ejemplo, un dato. A las negociaciones técnicas convocadas a primera hora de ayer estaba invitado el director para Europa de este organismo, Poul Thomsen, pero en su lugar envió a un negociador junior, sin mandato para cerrar un acuerdo y obligado a pedir autorización por teléfono para aprobar cualquier medida. “Faltan especificidades. Todavía se queda corta respecto a lo que hay que esperar”, zanjaba la directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, tras la cumbre del lunes.
“Ha habido mejoras estructurales muy importantes. Desde las elecciones los griegos han recorrido un largo camino como para dejarles caer”, respondían ayer algunas fuentes vinculadas a la negociación poniendo de manifiesto de nuevo las diferencias de opinión en el seno de acreedores. Aún así, el Ejecutivo comunitario descarta que sea posible seguir avanzando hacia un acuerdo sin el FMI a bordo. “Las tres instituciones trabajamos juntas”, insistió ayer Margaritis Schinas, portavoz de Jean-Claude Juncker, que sigue confiando en que es posible cerrar un acuerdo esta misma semana. De lo contrario, aseguran algunas fuentes, sería muy difícil obtener el visto bueno de los parlamentos nacionales que tendrán que pronunciarse sobre el programa de reformas griego como el Bundestag alemán.
El Ejecutivo comunitario espera que Atenas ponga sobre la mesa de cara a esa negociación final esta noche en el Eurogrupo una lista de reformas y medidas inmediatas que el gobierno de Tsipras estaría dispuesto a poner en marcha a cambio de los primeros desembolsos de dinero. En cambio, insisten en que la reestructuración de la deuda y su financiación no es una cuestión urgente ni algo que esté sobre la mesa, aunque no descartan algún tipo de compromiso a largo plazo. Lo que sí mantienen en Bruselas es que si hay acuerdo la Comisión Europea podría poner sobre la mesa un paquete de ayudas de 35.000 millones procedentes del marco presupuestario actual -20.000 millones de fondos estructurales y 15.000 de fondos agrícolas- para apoyar a Grecia hasta 2020 bajo condiciones beneficiosas y con tasas de cofinanciación muy bajas. Un caramelo que llevarse de vuelta a casa si los acreedores consiguen ponerse de acuerdo hoy sobre las propuestas griegas. Si no la cumbre de finales de semana será la última oportunidad.