BRUSELAS - No hay cumbre en Bruselas en la que la crisis griega y las negociaciones de su programa de reformas no copen la agenda, o al menos los encuentros bilaterales que mantienen los Jefes de Estado y de Gobierno, y ayer tampoco fue la excepción durante la segunda jornada de la cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe. Un encuentro al más alto nivel político clausurado por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, con un mensaje que no deja dudas de que el hartazgo ha llegado al límite: “Necesitamos decisiones no negociaciones. El gobierno griego tiene que ser un poco más realista. No hay margen ni tiempo para apuestas”, advertía ayer, pocas horas antes de que el Fondo Monetario Internacional anunciara que se levanta de la mesa de negociación y sus técnicos regresan a Washington. “La pelota está en el terreno de griego”, señalaba ayer su portavoz, Gerry Rice.

Señal clara de que las conversaciones han llegado a un punto muerto y de que la distancia entre lo que exigen los acreedores -Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI- y lo que quiere Atenas, tras cinco meses de idas y venidas, sigue siendo kilométrica. “Hay diferencias muy importantes en la mayoría de las cuestiones clave”, admitía desde la sede del organismo. “No ha habido progresos para reducir estas diferencias así que estamos lejos del acuerdo”, añadía mencionando cuestiones pendientes como la reforma de las pensiones, del IVA o la financiación. La misma sensación tienen en el Banco Central Europeo. Fuentes de la entidad cercanas a la negociación admitían a este diario que las reuniones políticas de los últimos días no han servido para acortar distancias en las citadas cuestiones y que los técnicos de las tres instituciones llevaban días a la expectativa ante los contactos políticos durante la cumbre.

como una montaña rusa Las negociaciones han ido avanzando como si estuvieran en una montaña rusa. El pasado miércoles de subidón con esperanzadores mensajes que apuntaban a que el acuerdo estaba más cercano que nunca. Ayer, de nuevo, con un gran bajón y una advertencia final del presidente de la UE que confirma discrepancias de fondo insalvables. “Me temo que se aproxima el día en que alguien va a decir que el juego ha terminado”, alertaba durante la rueda de prensa final de la cumbre eurolatina. Minutos después se reunían el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro heleno, Alexis Tsipras. Un encuentro que se prolongó dos horas y que se saldaba sin avances sobre ese programa de reformas que debe aceptar Grecia a cambio de los 7.200 millones de euros pendientes del segundo rescate y de los 10.900 millones para recapitalizar la banca que desaparecerán si no hay acuerdo antes del 30 de junio.

Fue, según dijo, Juncker un encuentro “importante, interesante y amistoso” durante el cual acordaron seguir trabajando pero con la sensación cada vez más extendida de que esta puede ser la última oportunidad. Tsipras, por su parte, ofrecía el mismo discurso que lleva trasladando en los últimos cinco meses desde que Syriza llegara al poder. “Seguiremos trabajando para llegar a un acuerdo. Estamos trabajando para resolver las diferencias que quedan, especialmente en materia fiscal y financiera, y estamos trabajando para llegar a un acuerdo que garantice que Grecia se recupere con cohesión social y una deuda pública viable”, decía. Pese al terreno minado en que se han convertido las conversaciones, tanto desde la UE como desde el BCE insisten en que hay tiempo para cerrar un acuerdo. “Pienso que la próxima reunión del Eurogrupo es crucial y debería ser decisiva porque no tenemos más tiempo”, recordaba ayer Tusk fijando como límite en el próximo 18 de junio. Nadie, sin embargo, descarta ningún escenario, ni una suspensión de pagos ni un corralito, especialmente si el BCE deja de suministrar el oxígeno que Atenas necesita en forma de asistencia de emergencia a los bancos griegos. Unas entidades que han visto una salida masiva de capitales en los últimos meses y que están, según algunos banqueros al límite. “Hay una fuerte determinación de ayuda a Grecia pero el tiempo se está acabando y el riesgo de insolvencia (de Grecia) se incrementa cada día que pasa”, alertaba ayer el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann. Los acreedores insisten en que es Atenas quien debe mover ficha y presentar medidas alternativas al recorte de pensiones -que junto a los salarios de los funcionarios públicos se lleva el 80% del gasto presupuestario- y a la subida del IVA que rechazan aceptar, los dos escollos en los que la brecha sigue siendo enorme.

Hoy será el turno del grupo de trabajo del euro, responsable de preparar las reuniones del Eurogrupo y que se reúne en Bratislava con los segundo al mando de los ministerios de economía y finanzas, de hacer el consiguiente balance. Aunque Tsipras lleva cinco meses buscando un acuerdo político, el resto de colegas, y especialmente la canciller alemana Angela Merkel ya han dejado claro por activa y pasiva que el acuerdo deberá cerrarse con las tres instituciones, incluido el FMI. Es decir, si no hay FMI a bordo del barco negociador, no habrá acuerdo. Su directora gerente, la francesa Christine Lagarde, también estará el próximo jueves en Luxemburgo para participar en un nuevo Eurogrupo que esta vez sí podría tener la llave de un acuerdo.