san salvador - Este año se han cumplido 25 años del asesinato de Ellacuría junto a otros cinco jesuitas y dos mujeres que les acompañaban cuando un escuadrón de la muerte a las dos de la madrugada del 14 de noviembre de 1985 les eliminó en la propia Universidad. Su delito fue la búsqueda de una salida dialogada entre el ejército y la guerrilla, además de denunciar todos los atropellos, desapariciones y asesinatos. La ley de Amnistía firmada tras los Acuerdos de Paz ha impedido que se juzgue a los culpables intelectuales, lo que no ha impedido a la Universidad mantener con fuerza sus líneas de trabajo, su compromiso por el diálogo ante la violencia y su acompañamiento continuo a los más pobres.

¿En qué se concreta el legado de Ignacio Ellacuría?

-En la Universidad marcó un claro compromiso con las grandes mayorías de este país a las que buscó dar formación para conseguir el cambio social necesario contra las desigualdades. Ellacuría era sacerdote pero también fue funcionario universitario, intelectual, filósofo y teólogo. Nos parece necesario mantener siempre esa fe que vivía sin despegarse de la realidad. Por eso, mantenemos con fuerza la investigación sobre lo que sucede en el país para denunciarlo y buscar la manera de sentar precedentes que eviten nuevos ciclos de diferencias, violencia y violaciones de Derechos.

A la vez, pasan a la acción acompañando en todos los procesos judiciales que os solicitan las personas sin recursos

-El sistema legal es caro y engorroso en este país. A todos aquellas personas sin recursos que nos solicitan ayuda, les acompañamos: al año son más de 1.200 causas. Y aquellos casos individuales que pueden servir para cambiar problemas estructurales, los documentamos y denunciamos con investigaciones académicas. Ahora mismo tenemos abierto un caso de mala praxis que pone en evidencia las diferencias que realiza el sistema público de salud y también la muerte de un cadete ahogado durante una prueba de resistencia que demuestra la formación que imparte el Ejército todavía hoy para un uso de la fuerza de forma autoritaria. Nos interesa generar una justicia restaurativa donde se acepten los hechos, se repare a las víctimas y se den garantías de no repetición.

En el caso de los delitos cometidos durante el conflicto armado, como el asesinato de Ellacuría, ¿buscan que no se queden en el olvido?

-Con la memoria histórica de este país, de los años del conflicto armado y con los posos actuales de violencia, tenemos una gran causa pendiente. En este país gobierne la derecha o la izquierda, siempre tendremos a un líder con penas pendientes por violaciones de los derechos humanos. Queremos rescatar todos los testimonios posibles antes de que desaparezcan y denunciar de una forma contundente que la cultura de la violencia y de impunidad sólo genera nuevos ciclos de violencia, como los que ahora vivimos.

Sin renunciar tampoco a que un día se haga justicia con Ellacuría y con el resto de casos

-Han pasado 25 años y todavía de los autores intelectuales no tenemos noticia porque hay impedimentos políticos claros de llevarlos ante un tribunal. El juez de la Audiencia Nacional española Eloy Velasco ha pedido reabrir la causa al considera que hubo un “fraude de ley”. Nosotros pedimos no sólo que se considere inconstitucional la ley de Amnistía del año 93, sino que también se mantenga vivo su recuerdo por la irracionalidad de tanta muerte: era gente que trabajaba por el fin de una guerra.

Con el reconocimiento de Romero como mártir, ¿habrán recuperado la esperanza por que un día se haga Justicia?

-Está claro. Nadie pensaba que la Iglesia fuera capaz de considerar el asesinato por parte de católicos como un martirio. Tiene una gran transcendencia. Hasta ahora, nos habíamos acostumbrado a recibir sólo gestos para impulsar su olvido y la desautorización de su trabajo.