Río de Janeiro - El pasado día 17 el candidato opositor a la Presidencia de Brasil, Aécio Neves, se presentó en sociedad con su nueva aliada, la ecologista Marina Silva, hecho al que llamó como un “momento histórico” para lograr “un cambio calificado” en el país suramericano. Con ese gesto, la fotografía que quería la oposición al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), de la presidenta Dilma Rousseff, entre Neves y Silva se hizo realidad en Sao Paulo, para concretar la idea de una nueva alianza política naciente en Brasil. Ambos coincidieron en llamar a este inédito pacto político de “movimiento del cambio”.
El apoyo es considerado clave para la lucha voto a voto de los candidatos Rousseff y Neves, que están empatados técnicamente de acuerdo a la encuestas de las empresas Ibope y Datafolha, con una ligera ventaja de la presidenta que ha logrado recuperar terreno durante esta última semana de campaña, justo cuando su mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, decidió pisar a fondo el acelerador para evitar el triunfo del senador en las elecciones que se celebran hoy .
“Este es el momento más importante de mi campaña. Dejo de ser candidato de un partido para ser representante de un gran movimiento de transformación, de valores, prioridades y posturas”, dijo Neves en su discurso en un salón social del barrio occidental de Lapa ante dirigentes políticos y la prensa.
Si bien en julio había dicho que no tenía pensado participar en actos de campaña ante un eventual apoyo al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Neves, como se concretó después de la primera vuelta, Silva puso su imagen tras haber sido la tercera en la primera vuelta para inaugurar una inédita alianza en Brasil. Ella perteneció al PT, fue ministra de Medio Ambiente de Luiz Inácio Lula da Silva y se presentó como candidata de oposición en 2010 y en 2014 adhirió al Partido Socialista Brasileño (PSB), para ahora intentar ser una pieza estratégica en el armado opositor y en el futuro gobierno.
En un mitin realizado en Sao Paulo, Neves comparó el apoyo de Silva con la Alianza Democrática, el movimiento que comandó la transición a la democracia, después del fin de la dictadura que gobernó el país entre 1964 y 1985. En 1985 fue electo presidente de Brasil en forma indirecta, bajo la tutela de una agonizante dictadura, Tancredo Neves, abuelo de Aécio, fallecido antes de asumir en el cargo, que finalmente quedó para su vicepresidente, José Sarney.
Neves y Rousseff disputan hoy la segunda vuelta presidencial. El 41,5% que logró la segunda, frente a un 33,5% obtenido por el líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se presenta hoy mucho más incierto precisamente porque el 21,3% de los votos de la ecologista y los partidos de su coalición apoyaron la candidatura para Neves para la segunda vuelta, una decisión que fue respaldada por la excandidata en una pinza que puede hacer tambalear a Rousseff.
Falta por ver los compromisos en forma de cargo que ha tenido que adquirir el senador para lograr este apoyo público de Marina Silva. El senador solo ha hablado de cuestiones generalistas como el regreso a la política de control de inflación inaugurada por el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), del PSDB. Marina Silva si ha detallado que Neves se ha comprometido a “mantener, mejorar e institucionalizar las conquistas sociales”, entre ellas el programa de transferencia de renta “Bolsa Familia”, que reciben casi 50 millones de personas y que permitió al Brasil salir del mapa del hambre de la FAO en la última década.
La clave la tienen hoy más de 142 millones de brasileños que juzgarán la campaña más difícil de su democracia, la más agria, con gran nerviosismo y llena de operaciones de descalificaciones. Por cierto, los mercados han apostado por Neves.