Hong Kong - La retirada del Gobierno en la ronda de diálogo con los estudiantes, anunciada el pasado jueves, cuando parecía cercano el fin de dos semanas de protestas pro democráticas en Hong Kong, podría eternizar un conflicto social que el viernes volvió a revivir cuando miles de personas salieron de nuevo a las calles. La masiva demostración popular que se repitió en Hong Kong, pidiendo una vez más sufragio universal sin restricciones para la isla, fue otra respuesta contundente, la tercera, de los ciudadanos a la reacción del Gobierno de rehusar enfrentarse a la demanda de decenas de miles de ciudadanos.

El Ejecutivo hongkonés ha cancelado el diálogo y se muestra ausente frente a las protestas, esperando a que el movimiento decaiga por sí solo, pero ante ello la gente ha retomado el interés de salir a las calles y alargar las protestas. “El movimiento necesita ayuda para definirse mejor, necesita tener un plan, una agenda, eso es algo que aún estamos esperando. Simplemente ocupar las calles y esperar no es suficiente”, señaló Jonathan London, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Hong Kong.

Todo comenzó con la decisión del Gobierno de Pekín, tomada el 31 de agosto, de conceder el sufragio universal para Hong Kong pero anunciando que los candidatos deberían ser elegidos previamente por un comité de clara influencia china. Ello hizo estallar las movilizaciones, que arrancaron con una huelga universitaria a finales de septiembre para luego pasar a lo que ya se ha denominado popularmente como la revolución de los paraguas.

Una revuelta popular traducida en manifestaciones masivas y la toma de calles de forma permanente, y que hoy cumple dos semanas. Un día después de que arrancaran las movilizaciones, cuando el Gobierno de Hong Kong autorizó el uso de gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes, la respuesta popular no se hizo esperar y miles de ciudadanos se sumaron a los cientos que habían iniciado la revuelta.

Posteriormente, el jefe del Gobierno de Hong Kong, Leung Chun-ying, a modo de ultimátum, advirtió que se utilizaría cualquier medida necesaria para “limpiar” las calles de manifestantes. La respuesta ciudadana ante ello fue la misma que el pasado viernes: salir a la calle en masa para responder a un gobierno que, según ellos, no tiene voz propia más allá de lo dictado por el Ejecutivo de Pekín.

La número dos del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, dio fuerza a esa teoría tras anunciar la cancelación del diálogo previsto con las organizaciones estudiantiles, reiterando que cualquier reforma electoral se llevaría a cabo dentro de los parámetros dictados desde el Gobierno central de China.

“Es comprensible la frustración y decepción de los ciudadanos. El problema aquí ya no es el asunto que se debate -el sufragio universal pleno-, sino las formas en las que debe discutirse ese asunto. La retirada del Gobierno en la ronda de diálogos le culpabiliza del estancamiento de la situación”, manifestó James Gledhill, profesor de Política y Administración Pública de la Universidad de Hong Kong. Si bien las organizaciones estudiantiles que dirigen el movimiento se resisten públicamente a doblegar sus insistentes peticiones de conseguir una democracia sin restricciones para Hong Kong, el sentir de la mayor parte de los ciudadanos es más realista con el entorno político en el que viven.

“Los manifestantes son conscientes de que sus peticiones, de conseguirlas, serán a largo plazo, pero lo que ahora piden es un Gobierno que les escuche”, señaló Gledhill. “Queremos un Gobierno que nos apoye y que traslade nuestros deseos a quien pueda darnos una solución, pero no este Gobierno que lo único que hace es seguir órdenes de otro”, explicó Mag Tang, una investigadora universitaria ayer durante las masivas protestas ciudadanas.

Nuevas protestas Y ayer, tras la multitudinaria manifestación del viernes, un mayor número de personas salió a las calles de Hong Kong. El área de Admiralty, donde se concentra el grueso de las protestas, amaneció con cerca de un millar de personas en las calles, una cifra muy superior a la de días previos.

Mientras el poder de convocatoria de las organizaciones estudiantiles quedó patente en la manifestación del día anterior, los convocados están a la espera de cuál será el siguiente movimiento de los cabecillas de esta revuelta popular, en su plan de escalar las protestas como medida de presión al gobierno.

El secretario de la organización Scholarism, Alex Chong, que colidera el movimiento de desobediencia civil, instaba el viernes a los manifestantes a tomar cada rincón de las calles bajo la intención de quedarse en ellas a largo plazo, hasta que el gobierno no se siente a atender sus demandas. El jefe del Ejecutivo de la isla, Leung Chun-ying, a quien los líderes del movimiento piden su dimisión por considerarle una “marioneta” del Gobierno chino, se encuentra fuera de Hong Kong este fin de semana, al igual que su número dos, Carrie Lam, quien iba a ejercer de interlocutora oficial en los fallidas conversaciones con los estudiantes.