pekín - La falta de un liderazgo claro va pesando en la revolución de los paraguas, que parece enfrentarse a una recta final sin una voz única y con menos gente en las calles, lo que puede frustrar su objetivo: la apertura democrática. La diferencia de opiniones se ha puesto en evidencia estos días en un momento crítico, ante las amenazas del Gobierno local de limpiar las calles para restablecer el orden después de producirse ataques a manifestantes, y cuando pasa ya más de una semana de largas protestas y de cansancio acumulado sin vistas a un diálogo productivo con las autoridades. En este ambiente de tensión, Occupy Central, una de las agrupaciones que trata de liderar el movimiento, anunció este domingo su retirada en algunos puntos ocupados por las protestas, lanzando una especie de guiño al Ejecutivo y tratando de evitar una posible violencia. Pero su decisión fue desoída por gran parte de los jóvenes, que han manifestado en múltiples ocasiones su distanciamiento con cualquier tipo de líder y especialmente si viene de Occupy.
“No hay una unión, hay varias agrupaciones con características muy diferentes: los universitarios y alumnos de instituto, el grupo más radical y el que más gente mueve; Occupy Central, de profesores y académicos, a quienes critican que se hayan adueñado del movimiento; y los legisladores prodemocráticos, a quienes los estudiantes ven muy débiles frente al Gobierno”, explicó ayer el politólogo Willy Lam, catedrático en la Universidad China de Hong Kong. Estos tres pilares comparten su objetivo, la apertura democrática en Hong Kong, pero entre ellos se diferencian en su estrategia para conseguirlo. - Tamara Gil