LONDRES. A dieciséis semanas de la consulta, los sondeos dan ventaja a los partidarios de la permanencia en el Reino Unido, si bien los independentistas avanzan posiciones y hay alrededor de un 20 % de escoceses que no se pronuncian y que serán clave en el resultado final.
A partir de hoy, las agrupaciones "Yes Scotland", favorable a la independencia, y "Better Together", partidaria de la permanencia en el Reino Unido, pueden hacer publicidad con un presupuesto máximo de 1,5 millones de libras (1,8 millones de euros) cada una y tendrán espacios gratuitos de propaganda electoral.
También se limitará la cantidad que pueden invertir los diferentes partidos según su representación parlamentaria, siendo el más beneficiado el mayoritario Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Alex Salmond, con 1,3 millones de libras (1,5 millones de euros).
Los laboristas podrán gastar 834.000 libras (1 millón de euros); 396.000 libras (475.000 euros) los conservadores; 201.000 libras (241.000 euros) los liberaldemócratas y 150.000 libras (180.000 euros) los Verdes y otras organizaciones minoritarias.
Cuatro millones de residentes en Escocia mayores de 16 años, incluidos ciudadanos europeos y de la Commonwealth (mancomunidad de excolonias y protectorados británicos), están llamados a las urnas en septiembre, cuando deberán contestar afirmativa o negativamente a la pregunta: "¿Debería Escocia ser un país independiente?
El resultado se determinará por mayoría simple (la mitad más uno) y el Gobierno británico, que respalda la unión con el Reino Unido forjada en 1707, se ha comprometido a aceptarlo.
En un sondeo divulgado el 15 de mayo, los partidarios del "no" ganaban con un 46 % del voto, frente al 34 % del "sí" y un 20 % de indecisos, cuyo voto puede modificar el resultado final.
La presidenta del Parlamento escocés, Tricia Marwick -que debe adoptar una postura neutral-, aseguró hoy que todos los partidos políticos escoceses trabajarán juntos tras el referéndum "para beneficiar a la gente de Escocia", sea cual sea el resultado.
Según el plan del ministro principal escocés, el independentista Alex Salmond, en caso de voto afirmativo el 18 de septiembre se iniciaría un proceso de transición que culminaría con la declaración de independencia el 24 de marzo de 2016 y las primeras elecciones el siguiente mayo.
Las normas que regulan el periodo de campaña se recogen en la ley del Referéndum de Independencia de Escocia, aprobada en 2013 por el Parlamento escocés después de que el de Londres le transfiriera provisionalmente las competencias legislativas.
Esta transferencia de poderes se hizo en virtud del acuerdo de Edimburgo de 2012, por el que el primer ministro británico, David Cameron, y Salmond sentaron las bases de la consulta.
Entre otras, se rebajó de 18 a 16 años la edad de sufragio y se determinó quién podrá votar en el plebiscito, lo que incluye a los soldados expatriados registrados para votar en Escocia y a miembros de la Cámara de los Lores residentes en la región.
Aunque Escocia ha celebrado previamente dos referendos de autonomía, en 1979 y 1997, éste será el primero de independencia desde que Edimburgo y Londres unieron sus Parlamentos con la Ley de la Unión de 1707.
La idea de independencia que propone el SNP de Salmond mantendría a Escocia bajo el reinado de Isabel II, en unión monetaria con el Reino Unido con la libra como moneda común y con una BBC autónoma.
Escocia querría además controlar sus propios recursos petroleros en el mar del Norte y seguir en la Unión Europea, libre de armas nucleares.