Moscú/Ginebra. El presidente de Siria, Bachar al Asad, aseguró a un grupo de parlamentarios rusos que no dimitirá de su cargo y que sólo el pueblo sirio puede decidir quién participará en las próximas elecciones presidenciales, informó ayer la agencia rusa Interfax. "Si hubiéramos querido rendirnos, nos hubiésemos rendido al comienzo. Defendemos nuestra patria. Es un asunto que está fuera de toda discusión. Sólo el pueblo sirio puede decidir quién deber participar en las elección", dijo el presidente sirio según la agencia rusa.

Asad invitó a la oposición a participar en los comicios, pero recordó que hasta ahora ninguno de los líderes ha expresado su deseo de participar en la lucha política. "Declaran (los opositores) que han liberado el 70% del territorio de Siria, entonces ¿por que no participan en las elecciones y no confían en el respaldo (de la población) de ese 70%?", preguntó.

Asad indicó que el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en una conversación con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, había admitido que el presidente de Siria cuenta con el apoyo de más del 50% de los sirios. "Si a ese porcentaje, estimado por el secretario de Estado, le añadimos un poco, resulta que el apoyo al actual presidente será pleno", agregó. El presidente sirio ha declarado que tiene previsto convocar comicios antes de agosto de año, cuando concluye su mandato, tal y como lo establece la Constitutión siria.

"No son exactas" No obstante, la Presidencia siria señalaba ayer que las declaraciones atribuidas al mandatario sirio, Bachar al Asad, y difundidas por la agencia rusa Interfax "no son exactas". En un breve comunicado difundido por los medios estatales sirios, la oficina de prensa de la Presidencia confirmó, asimismo, que Al Asad no ofreció una entrevista ni dio declaraciones a ese medio. Este desmentido llega cuando solo faltan dos días para el comienzo de la conferencia de paz de Ginebra 2, a la que asistirán el régimen sirio y la oposición, que insiste en la dimisión de Al Asad como única solución al conflicto.

La decisión de la Coalición Nacional Siria, una entidad que actúa como abanico de la oposición siria combatiente y en el exilio, insufla esperanza en los resultados que se pueden alcanzar en Ginebra 2, la conferencia de paz para Siria que se inaugura este miércoles en Montreux (Suiza).

Todos los que están de lejos o de cerca involucrados en este proceso -con excepción de Rusia- se han felicitado por esa decisión, que ahuyenta el fantasma de un fracaso inminente y que por primera vez colocará a la oposición siria en una posición de interlocutor legítimo -y reconocido como tal por toda la comunidad internacional- frente al régimen de Bachar Al Asad.

Ginebra 2 se celebra al cabo de medio año de dilaciones y tras delicadas negociaciones entre sus impulsores, Estados Unidos y Rusia, con el respaldo de la ONU y su mediador para Siria, Lajdar, Brahimi. Pero ni los interminables contactos han permitido resolver todas las cuestiones que demoraron la conferencia, y a dos días de inaugurarse, todavía no está del todo claro si Irán formará parte o no en ella. Durante todas las reuniones preparatorias, Rusia ha defendido la conveniencia de invitar al Gobierno de Teherán, el principal aliado -junto con Moscú- del Gobierno de Al Asad, a lo que Estados Unidos se ha opuesto, primero de forma rotunda y más recientemente de una forma que revelaba cierta flexibilidad.

Washington desea que, antes de ser invitado, Teherán reconozca el objetivo central de Ginebra 2, tal y como fue acordado cuando se lanzó el proceso. Es decir acordar la creación de un órgano de gobierno transitorio con todos los poderes ejecutivos, para conducir a Siria hacia un proceso democrático y, de manera más urgente todavía, detener la guerra civil que ha causado más de 100.000 muertos y ha vuelto a la mitad de la población dependiente de la ayuda humanitaria. Ello sin contar con los más de dos millones de refugiados sirios que han huido a los países vecinos, una situación que globalmente ha aumentado la inestabilidad en Oriente Medio.

Sin embargo, la salida de Al Asad parece ahora una opción poco realista, particularmente por la capacidad de su régimen no sólo de resistir la embestida de la rebelión armada, sino de recuperar terreno a lo largo de los últimos meses.

Observadores y analistas diplomáticos consideran que la Administración estadounidense podría tener que transigir en que Al Asad se mantenga en el poder si quiere un resultado que ponga alto al conflicto sirio.