Cubierto con una manta, inmóvil y con la mirada perdida. Así se vio a Nelson Mandela por última vez en un polémico vídeo grabado por la televisión pública sudafricana durante una visita del mandatario del país, Jacob Zuma, al histórico líder de la lucha contra el apartheid. La grabación conmocionó e indignó a muchos sudafricanos, que no comprendieron la necesidad de mostrar así a su venerado expresidente. Su última aparición pública fue durante la clausura del Mundial de Fútbol de 2010 celebrado en Sudáfrica, en la que apareció junto a su tercera esposa, la mozambiqueña Graça Machel. Desde entonces, Mandela fue ingresado en el hospital en cuatro ocasiones debido a neumonías e infecciones pulmonares, herencia de sus años en la prisión en Robben Island.

Mandela recibía atención durante todo el día y su casa estaba adaptada con equipos médicos para aplicarle cuidados intensivos. Y mientras su salud se deterioraba, la familia del exmandatario sudafricano comenzaba una descarnada batalla legal por su patrimonio empresarial. Dos de las hijas del primer presidente negro de Sudáfrica, Makaziwe y Zenani, apoyadas por otros miembros de la familia, pusieron el pasado abril en marcha un proceso judicial para apartar a tres compañeros de lucha contra el apartheid de su padre de la dirección de dos empresas -Harmoniewux Investment Holdings y Magnifique Investment Holdings, valoradas en 1,2 millones de euros- que gestionan los derechos de una colección de arte creada por Nelson Mandela.

Las demandantes alegan que el ministro de Vivienda, Tokyo Sexwale, y los abogados George Bizos y Bally Chuene nunca fueron instituidos formalmente por Mandela en el accionariado. "Nosotros no somos secuestradores", replicó, indignado, Bizos, amigo de Mandela desde hacía 60 años y su abogado en el famoso juicio de Rivonia de 1964, en el que el exmandatario se salvó de la pena de muerte y fue condenado a cadena perpetua.

Las sociedades fueron creadas por Mandela para administrar para sus herederos el dinero proveniente de los derechos de la colección de arte, pero el expresidente decidió que la gestión de estas empresas no cayera en manos de los miembros de su familia y encargó su dirección a amigos íntimos en los que confiaba. Los tres son personas muy conocidas y reconocidas en Sudáfrica por su amistad con Mandela y su lucha contra el régimen racista. Ahora, las hijas de Mandela quieren apartarles del control de las sociedades con un proceso legal que los expertos dudan que les favorezca. "Quieren tener en sus manos cosas que no deberían venderse y el dinero de las empresas", declaró en abril Bizos. La batalla entre las hijas y los amigos íntimos de Mandela ha ocupado páginas y páginas de periódicos en la recta final de la vida del expresidente, una lucha que podría agudizarse tras el fallecimiento del líder sudafricano.

Pero ésta no ha sido la única disputa del clan. A comienzos de julio, un tribunal dio la razón a parte de la familia al ordenar la exhumación de los restos de los tres hijos fallecidos de Mandela para ser enterrados en el cementerio familiar de Qunu, donde el líder sudafricano dejó claro que quería ser sepultado. Mandla, nieto de Madiba, trasladó los restos en 2010 sin el consentimiento del resto de la familia a Mvezo, donde construye un centro conmemorativo. que muchos interpretaron como un intento para asegurarse de que Mandela fuera sepultado allí. Sus razones tampoco parecieron emocionales.