PAMPLONA. En Örebro, al oeste de Estocolmo, se registraron enfrentamientos de grupos de enmascarados con agentes policiales, así como un ataque a la comisaria local y la quema de varios coches.
En Linköping, al suroeste de la capital, también tuvieron hubo incendios de coches y ataques a una escuela y a una guardería.
En ninguno de esos lugares se han practicado detenciones, aunque una veintena de personas fueron retenidas por la Policía en varios suburbios del norte, el oeste y el sur de la capital sueca, en cuya área metropolitana viven algo más de dos millones de personas.
Los servicios de extinción de incendios realizaron alrededor de cuarenta salidas la pasada noche en barrios como Tensta, Rinkeby, Norsborg, Jordbro y rsta, menos de la mitad que hace dos días.
Un grupo de unos sesenta extremistas de ultraderecha recorrieron en coches la periferia de Estocolmo y provocaron algunos incidentes en Tumba, al sur de la capital.
Algunos fueron retenidos por la Policía de Estocolmo, que ayer recibió la autorización para disponer de refuerzos llegados de otras provincias del país.
El desencadenante de la oleada de disturbios se remonta a la semana pasada, cuando un inmigrante con problemas psíquicos murió por disparos de la policía en su apartamento en Husby, al oeste de Estocolmo, donde se había encerrado con su compañera.
Los agentes aseguraron haber disparado en defensa propia al ser amenazados supuestamente con un hacha, aunque la actuación irregular de las fuerzas del orden provocó protestas de los vecinos y la apertura de una investigación interna de la Policía de Estocolmo.
Las denuncias de los vecinos recogidas por los medios suecos , criticando las cargas policiales contra niños y ancianos y supuestos insultos racistas de los agentes como "negros", "ratas" o "monos", recrudecieron los enfrentamientos, que se extendieron a la vez y de forma progresiva a otros lugares.
Los suburbios afectados tienen en común una alta concentración de población de origen inmigrante y problemas sociales, que se han visto agravados por la política de recortes implantada desde hace siete años por el Gobierno de derecha que encabeza el primer ministro conservador Fredrik Reinfeldt.