LONDRES. Enemigos jurados de dos guerras mundiales, con aparentes diferencias insalvables sobre el modelo de la Unión Europea (UE), Angela Merkel y David Cameron se habían convertido en un inédito eje europeo. Tras el adiós de Nicolas Sarkozy y visto que la química con François Hollande no funciona, la canciller alemana, que tiene elecciones este mismo otoño, había encontrado en las reticencias y la ambigüedad calculada de David Cameron a un aliado fiel a su política de austeridad como única receta para salir de la crisis. "La política alemana de la posguerra se basa en la idea de una integración profunda con el resto de Europa. Por razones históricas, Alemania es muy reticente a liderar y prefiere actuar en el marco de la Unión Europea. El Reino Unido es exactamente lo opuesto. No quiere una política institucional europea que le quite su individualidad", dicen los analistas. Sin embargo, esta alianza germano-francesa, pilar del proyecto paneuropeo de la posguerra, venía bien a ambos líderes pese a que su concepto de Europa no podía estar más lejano. Angela Merkel está ya bastante castigada con los planes de rescate de Grecia, Irlanda y Portugal y quiere frenar a toda costa una real unión económica y un banco central europeo con todas las atribuciones. Cameron, arrinconado en su propio partido donde los euroescépticos ganan cada vez más terreno, pero presionado por el otro lado por su socio liberal, encontraba en esta alianza una forma de contentar a unos y a otros.
La tormenta que se ha desencadenado esta semana había tomado velocidad el pasado mes de enero, cuando el primer ministro Cameron planteó la posibilidad de convocar a un referendo sobre la permanencia británica en la Unión Europea en caso de que ganara las elecciones de 2015 y hubiera una renegociación del Tratado de Lisboa que gobierna la UE. Cameron pedía a cambio de aprobar una reforma del Tratado que se le otorgaran al Reino Unido una serie de excepciones, en especial en torno a la política laboral europea. El discurso fue mal recibido en el resto de la UE. Sobre el Reino Unido llovieron críticas de que quería una Europa a la carta, en la que podía elegir las partes que le gustaban y desechar las que no. "Si todos hacemos eso, dejará de existir la UE", señaló el canciller sueco Carl Bildt. En medio de ese concierto de críticas, la canciller alemana Angela Merkel sorprendió dejando una puerta abierta. "Tanto Alemania como yo a nivel personal queremos que Reino Unido sea un importante y activo miembro de la Unión Europea. Estamos dispuestos a hablar de los deseos británicos, pero debemos entender que cada país tiene sus propios deseos y tenemos que llegar a un acuerdo justo", señaló. El mensaje fue una clara señal de las cambiantes relaciones que ha creado la crisis europea en la UE y, al mismo tiempo, una marca de sus límites.
revuelta 'tory' Sin embargo, los planes de Cameron se han ido al traste. Esta semana, el primer ministro británico se encontró con una creciente revuelta tory contra la Unión Europea que le puso en serios aprietos, al llegar a su propio gobierno donde dos ministros, los titulares de Educación y Defensa, se alinearon con los euroescépticos y obligaron a Cameron a ceder y adelantar el proyecto de ley que regule la celebración de un referéndum en Reino Unido sobre su pertenencia a la Unión Europea antes del 31 de diciembre de 2017 bajo la pregunta ¿Cree que el Reino Unido debería continuar siendo miembro de la UE?".
Los planes del premier británico era presentarse a las elecciones de 2015 con esta consulta pero habiendo logrado las prebendas necesarias por parte de Bruselas que le permitiera salir airoso de esta consulta. Sin embargo, la revuelta en el interior de su partido ha echado por tierra su hoja de ruta.
Cameron no ocultó su irritación con sus dos ministros por declarar abiertamente que votarían por salir de la UE si hubiera mañana mismo un plebiscito. Al serle preguntado cómo votaría si hubiera hoy una consulta y si había perdido el control de su formación, el primer ministro contestó, visiblemente molesto, que era una cuestión "hipotética". Censuró además a exministros tories como Nigel Lawson (Economía) y Michael Portillo (Defensa) por querer salir de la UE antes de darle una oportunidad a las negociaciones sobre la reforma de la Unión Europea y dijo de ellos que intentan "tirar la toalla" antes de tiempo. Su defensa a ultranza de la reforma de la UE es un claro intento de Cameron por controlar el tema de Europa, que en el pasado ha provocado serias dificultades a otros líderes conservadores, entre ellos el ex primer ministro John Major. Para Cameron, lo importante es conseguir primero una UE "más flexible, más abierta, más competitiva", a fin de que los británicos decidan después en las urnas su futuro dentro de la Unión, aunque no desvela cuál será su sentido del voto.