giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia, senador vitalicio y uno de los políticos más carismáticos, considerado el maestro de las artes de la política, falleció ayer en Roma a la edad de 94 años.

Hijo de un maestro de escuela, quedó huérfano cuando tenía un año y mantuvo hasta el final vívidos recuerdos de cuando el Papa pasaba en carroza por via Giulia o cuando su madre le daba 40 céntimos de lira para la merienda y se compraba los diarios Il Messagero y L'Osservatore Romano para leer las cosas que pasaban fuera y "así alargar el horizonte", según dijo en una entrevista.

Profundamente marcado por los valores inculcados por su madre y por el padre Severino Tamburrini quienes le enseñaron a "respetar al prójimo" y a "no perder los nervios", Andreotti fue un católico practicante que acudía a diario a la iglesia del Gesu (jesuitas) o la iglesia parroquial, llamada Nuova.

Gustaba además de hacer donaciones y ayudar económicamente a los necesitados en su casa o en la iglesia.

Para el maestro de la persuasión "la fe es un regalo de Dios, que no la merece el que no la conserva", y aseguró que a la hora de combinar religión y política: "La vida no me exige, la religión sí y yo soy religioso".

Doctor en Derecho y periodista desde diciembre de 1945, Andreotti acudió diariamente a su despacho en el Senado a pesar de su avanzada edad.

Su carrera política la inició a los 20 años, en 1939, cuando empezó a frecuentar la Biblioteca Vaticana para realizar un estudio sobre la marina pontificia, lo que le permitió conocer al fundador de la Democracia Cristiana, Alcide de Gasperi. "Me empujó mi curiosidad, mi pasión por las cosas prohibidas y empecé a entender la política, me apasionó y decidí colaborar con el partido", explicaba.

Desde entonces fue nombrado ministro en diversas ocasiones, ocupando las carteras de Finanzas (1955-1958), Tesoro (1958-1959), Defensa (1959-1960, 1960-1966 y en 1974), Industria y Comercio (1966-1968), Balance y Desarrollo del Sur de Italia (1974-1976) y desde agosto de 1983 a julio de 1989 ministro de Asuntos Exteriores. Además fue siete veces primer ministro aunque nunca llegó a ser presidente de la República.

Apodado Belcebú, El Jorabadito o El Divino, encarnó el político italiano por excelencia, digno sucesor de Maquiavelo y de una exquisita austeridad no exenta de humor como cuando, en una ocasión, dijo de los españoles que les faltaba "sutileza".

Aunque el crimen organizado quiso acabar con él no pudo pero sí le hizo pasar uno de sus peores momentos. A Andreotti le acusaron de estar relacionado con la mafia y con el asesinato del periodista Mino Pecorelli en 1979. Por ello fue juzgado en un proceso que enfrentó solo tras ser abandonado por su partido.

El hombre que lo fue todo en Italia y no llegó a ser reconocido como un padre de la patria por las dudas que planeaban sobre él, a pesar haber sido absuelto, fue considerado como el "enviado papal" por sus estrechas relaciones con todos los pontífices.

De la elección de Juan Pablo II le causó "muchísima impresión", no porque fuera polaco "sino porque era siete años más joven" que él cuando fue nombrado Papa, mientras que de Benedicto XVI aseguró que tenía una "personalidad muy incisiva".

Casado desde 1945 con Livia Danese, con quien tuvo cuatro hijos, Stefano, Serena, Marilena y Lamberto, y que reconoció "es mi mayor confidente". Aficionado del Roma, le encantaba la pasta y ver la televisión agarrando la mano de su mujer.

"Mi futuro -dijo en una entrevista- está en las manos de Dios, porque si miro atrás todos mis amigos ya se han ido".