Washington. La explosión de la planta de fertilizantes de West les pilló a los vecinos de esta localidad situada en Texas durmiendo. Era de noche pero todos sus habitantes sintieron este accidente que muchos llegaron a equiparar a la explosión de una "bomba nuclear". Fue lo que declaró el alcalde de esta localidad, Tommy Muska, tras explicar a los medios el daño que había causado la explosión. Además Muska, que estaba entre los bomberos voluntarios presentes en la planta cuando ocurrió la explosión, dijo que la onda expansiva le quitó el casco y arrancó las puertas y ventanas de casas en el vecindario.

una residencia desalojada Otro de los testigos fue George Smith, director de la residencia para ancianos West Rest Haven ubicada a unos 500 metros de la planta y de los servicios de emergencia de West Texas. Smith ordenó evacuar a los 133 pacientes alojados en cuanto vio la magnitud del accidente.

"Eso puede haber salvado vidas", añadió Smith, quien expresó su angustia porque no conocía el paradero de, al menos, tres miembros de su personal de emergencia que podrían haber resultado heridos o muertos mientras procuraban controlar el incendio.

Una de las residentes, Teresa Santa Cruz, de 47 años, tuvo que ser evacuada minutos después de la explosión. Ella, su esposo y sus dos mascotas pasaron la noche en una de las decenas de tiendas de campaña que las autoridades locales instalaron en medio de un campo de fútbol de una secundaria. "No esperaba esto: Ver esta tragedia, ver mi casa totalmente destruida. Somos como una familia, un pueblo unido y esto no nos detiene", explicó Santa Cruz.

En el hospital de West, a pocas millas de allí, más de un centenar de personas recibieron ayuda médica durante todo el día de ayer.

problemas de conexión Cuando Wesley Adcock, de 29 años, escuchó la explosión empezó a llamar por teléfono a sus familiares y amigos. "Nadie contestó pero quince minutos más tarde mi madre me avisó que la casa de mi hermana se había derrumbado. Cuando fuimos a recuperar algunas pertenencias, nos dimos cuenta de la gravedad del asunto", explicó Adcock. Luego "traté de regresar al lugar de la explosión para ayudar a los que necesitaban salir de allí pero no me dejaron", añadió. "Sin embargo pude ayudar a evacuar a muchas personas, entre ellas una anciana que me entregó la llave de casa para que le recuperara su Biblia, su cartilla de bingo y su libro de oraciones". Crystal Ledane, residente de West, explicó que la onda expansiva se sintió dentro de su vivienda como un temblor de gran magnitud, pero con la diferencia de que experimentó un vacío como si la tierra se la fuera a tragar. "Y después, el intenso ruido de los vidrios que se hacían añicos al mismo tiempo que las puertas se resquebrajaban en pedazos. Agarré a mis pequeños y salí corriendo por debajo del marco de la puerta principal", confesó Ledane.