Erbil (Irak). Aunque la prosperidad actual pueda mitigar el recuerdo, hace solo 25 años las tropas de Sadam Husein gaseaban con armas químicas a la población del Kurdistán iraquí, que ayer reivindicó que esa masacre sistemática sea considerada un genocidio. El régimen de Bagdad la llamó Operación Anfal. Bajo ese nombre, tomado de un capítulo del Corán y que significa "botín de guerra", el primo de Sadam, Alí el Químico, orquestó una campaña que alcanzó su paroxismo en el ataque contra la aldea de Halabja, en la que más de 5.000 civiles sucumbieron al gas mostaza y al gas sarín. "La tragedia de Anfal es enorme y sus heridas, muy profundas", sentenció ayer el presidente de la región autónoma del Kurdistán, Masud Barzani, en una conferencia internacional para conmemorar el 25 aniversario de la operación y demandar al mundo que sea reconocida política y legalmente como genocidio. Hasta el momento, Reino Unido, Suecia y Noruega ya le han otorgado esa denominación, además de algunas organizaciones como Human Rights Watch.

El ministro kurdo para Asuntos de Mártires y de Anfal, Aram Ahmed Mohamed, explicó que su intención es ahora conseguir que el Parlamento Europeo y el Congreso estadounidense hagan lo mismo, para acabar elevando la petición ante la ONU.