nicolás Maduro sería el representante del sueño americano si Venezuela no fuera un país tan antiyankee. Se trata de un hombre hecho a sí mismo, que ha conseguido ascender hasta la cúpula del régimen bolivariano desde una de las barriadas más pobres de Caracas. Sus táctica para subir peldados ha sido la amabilidad -que algunos califican como falta de carisma- pero, sobre todo, la lealtad a Chávez a quien conoció en una cárcel hace más de 20 años.
Fue en el año 1992, cuando el líder de la revolución bolivariana cumplía condena por su fallido golpe de Estado cuando Maduro entró en contacto con Chávez. En aquel momento se creó una relación de amistad pero, sobre todo, de confianza y lealtad. Tanto es así que dos días antes de que Chávez viajara a La Haban el pasado 8 de diciembre para someterse a una nueva operación contra el cáncer que padecía, Maduro se declaró leal al mandatario "más allá de la vida".
el señalado por chávez Con la marcha de Chávez a la capital cubana, el vicepresidente se convirtió en el hombre fuerte del Gobierno, por delante del presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, otra de las piezas claves del chavismo y a quien legalmente le corresponde el poder en este tipo de situación.
Sin embargo, la situación es aún más complicada porque el vacío de poder es por partida doble ya que el fallecido presidente ni siquera había podido jurar su cargo a pesar de ser el vencedor de las elecciones.
El reto que se le presenta a Maduro no es sólo resistir el vacío de poder sin que estalle por los aires el sistema sino que tiene que conseguir que los chavistas le entreguen el amor y respaldo que le tenían a su antecesor.
Y es que Maduro es el sucesor moral designado por Chávez pero debe convertirse en el sucesor real en las próximas elecciones, que se celebrarán en los próximos 30 días. Un trabajo que parece complicado porque a Maduro le falta el carisma que derrochaba Chávez.
Contra esto, su baza es su amabilidad aunque se puede volver en su contra como ya paso en el 2002. En aquella fecha se produjo un golpe de Estado contra Chávez ante lo que Maduro optó por el diálogo. Esto hizo que otros dirigentes chavistas y el Ejército -con gran poder en el Estado venezolano- decidieran retirarle su apoyo.
Quienes le conocen aseguran que es un hombre de equipo, que sabe apoyarse en los grupos con los que trabaja y que tiene grandes dotes de negociación aprendidas durante su pasado sindicalista, del que también sacó una profunda y estructurada formación ideológica maoísta.
Esos son algunos de los trabajos desempeñados por este exlíder sindical, de 50 años, antes desempeñar puestos como el de ser la cara de Venezula en el exterior.
A este puesto llegó en 2006 convirtiéndose en el ministro de Exteriores más jóven de la era Chávez. El cargo le permitió codearse en la alta política internacional sin complejos y sin ocultar con naturalidad que no habla más que español. Un cargo que ocupó hasta que pasó a ocupar el puesto de vicepresidente.
un hombre del pueblo Nacido en Caracas en 1962 y criado en la popular barriada de El Valle, Nicolás Maduro es un convencido izquierdista que se inició como líder estudiantil cuando estaba en grado medio.
Sin pasar por la universidad, trabajó como chófer de autobuses del Metro de la capital venezolana llegando a ser un destacado líder sindical en los años 90.
De sonrisa amplia bajo su bigote, contribuyó a la fundación del partido que llevó al mandatario al poder, el Movimiento V República (MVR), siendo elegido diputado en 2000 tras haber participado en la redacción de la nueva Constitución Bolivariana de 1999.
Está casado con Cilila Flores, (nueve años mayor que él) a la que conoció al mismo tiempo que a Chávez. Ella, abogada de carrera, también es una de las personas fuertes del chavismo ya que el es la actual procuradora general del país, una de las letradas que asesoraban a Chávez.
"Él es tan curioso y tiene siempre tanta ganas de conocer, que fue a la India y quiso conocer a Sai Baba, y se fue hasta allá. Eso es todo, así es él", dijo una excolaboradora suya.
Los detractores del matrimonio, especialmente de la figura de Maduro, le echan en cara la visita que los dos realizaron al líder espiritual indio Sai Baba en 2005. Un hecho que en el país latinoamericano fue objeto de debate.
Sin embargo, el peor ataque que lanzan sus detractores es acusarle de destrozar la Cancillería sacando a diplomáticos de carrera para colocar a personas que le había acompañado durante su vida laboral y que terminaron entrando en el Ministerio de Exteriores junto a él.