donostia. Berriotxoa se trasladó a Siria el 1 de enero y realizó un gran trabajo antes de ser secuestrado. Sus fotografías del frente han sido portada de los periódicos The New York Times y The Washington Post. Además, el medio neoyorkino seleccionó una de sus imágenes como fotografía de la semana.

¿Cómo fue el secuestro?

Iba a uno de los frentes con un húngaro, un mexicano y dos sirios y cuando llegamos aparecieron unos tipos que, a punta de Kalashnikov, nos retuvieron, vendaron los ojos y esposaron. En cuanto vieron que tenía pasaporte español, se alegraron y cantaron unas canciones islamistas. Nos metieron a los tres en la misma celda. No teníamos ni luz, ni agua, pero sí nos dieron de comer. Pasamos doce horas secuestrados. Iban, venían, nos hacían preguntas... Durante el cautiverio pensamos de todo, hicimos promesas, cantamos...

¿Por qué creen que les liberaron?

En doce horas no hay tiempo ni para reivindicar el rescate. Tenemos sospechas de quiénes nos secuestraron y sé por mediación de quién nos rescataron, pero no puedo decirlo.

¿Cómo fue la liberación?

Creemos que nos dejaron en medio del frente, descalzos y en camiseta. Hacía un frío terrible. Por supuesto, me habían robado el equipo de fotografía. Decidimos ir al lado contrario adonde se oían tiros. Tuvimos suerte y aparecimos en una casa ocupada por rebeldes. Nos llevaron al cuartel general, donde estaban el resto de los periodistas. Fue entonces cuando rompí a llorar. De allí fuimos a Turquía y cogí el primer billete a casa. Cuando he llegado al pueblo, me he emocionado. Estoy abrazando a gente a la que nunca había abrazado. Ahora quiero descansar. Para empezar, tengo que comprar una cámara nueva. No creo que vuelva a un sitio como Siria, pero tengo otros trabajos en mente: otro tipo de fotografías, escribir, hacer un documental sobre la experiencia en Irak...

¿Cuesta mucho entrar en Siria?

Tengo experiencia en el mundo árabe y era el momento de ir allí. Me desplacé a Turquía y de allí pasé a Siria. En la frontera estaban los del Ejército Libre Sirio y fueron los que me aconsejaron por dónde moverme. Muy pocos han conseguido infiltrarse en las tropas de Al Assad. Solo sé de un fotógrafo de Reuters.

¿Cómo reciben los del Ejército Libre Sirio a los periodistas?

Quizá en un principio estaban deseando recibir a periodistas, pero ya no. Hay que tener en cuenta que llevan dos años en guerra. De todos modos, me recibieron bien. Llevan ya mucho tiempo en esa situación y necesitan ganarse el pan, por lo que se ofrecen como traductores o como cualquier otra cosa. Pero cada vez es más difícil trabajar allí. Algunos grupos islamistas no dejan a los fotógrafos ir al frente o a otros focos de información, se necesitan contactos muy buenos... Yo necesité una semana para llegar a uno de los frentes. Necesitaron cerciorarse de que era de fiar, de que no era un espía. Tienen mucho miedo a los espías.

¿Cómo se llega al frente?

Con la ayuda de la gente de allí. En el Media Center había también periodistas de otros lugares.

¿Cómo fueron las tres semanas que pasó en Siria?

No paré de trabajar, en condiciones muy malas. A veces fallaba Internet, otras fallaba la electricidad, hemos pasado mucho frío... Está siendo un invierno muy duro. Por las mañanas cogen posiciones y las batallas más duras son durante la noche.

¿Se puede explicar qué está sucediendo en Siria?

Es muy difícil de explicar. Hay dos bandos bien definidos, pero también están los de Al Qaeda, los islamistas de Al Nashra... Es un cacao terrible. Allí hay cristianos, cristianos católicos, armenios, maronitas, kurdos, musulmanes de todo tipo... Cada uno tira para su lado. También hay muchos ciudadanos que se limitan a sobrevivir como pueden: vendiendo kebab, arreglando generadores, haciendo de traductores, vendiendo sus historias a los medios occidentales... La industria de Alepo está totalmente paralizada. Y también es una obligación nuestra contar las historias de la gente. Por qué luchan, por ejemplo. Unos tienen motivos para odiar a Al Assad y otros para estar con él y cada uno forma parte de una facción. Entre los rebeldes he contado 17 bandos... ¡y eso solo en una ciudad! Incluso hay grupos que están en contra de Al Assad que se atacan entre sí. Nosotros nos reuníamos todas las noches para hablar acerca de lo que había sucedido durante el día y por qué. En una guerra no hay buenos ni malos. Al final cada uno lucha por sus intereses. No sé ni cómo ni cuándo acabará el conflicto. No lo sabe nadie.

¿Qué solución le ve a lo que está sucediendo en Siria?

Lo veo muy difícil. Aunque cesen las hostilidades, cada uno reivindicará lo suyo y volverán a las andadas. En el mundo árabe tienen una gran facilidad para coger el Kalashnikov. Se decía que Al Assad dejaría el país, pero tiene a Irán, China y Rusia a su favor. Gadafi no tuvo a nadie con él. Y la OTAN no interviene porque es un sitio muy complicado. Si bombardean a Al Assad pueden ganar los islamistas y tener un Afganistán en el Mediterráneo, al lado de Israel. Incluso los palestinos están separados: algunos están a favor de Al Assad y otros en contra. En Libia era mucho más fácil trabajar: los rebeldes estaban más unidos.

¿Cómo está viviendo el conflicto el pueblo sirio?

Les bombardean tanto los de un bando como los de otro. Solo Al Assad tiene helicópteros y va a por los civiles. Bombardean incluso hospitales. El objetivo es atemorizar a la gente. El factor miedo es muy importante en una guerra. Solo he visto bombardear civiles a las tropas de Al Assad, pero los rebeldes lanzan misiles que no se sabe dónde caen. En el ataque a la universidad de Alepo, por ejemplo, murieron civiles. Los rebeldes no tienen tecnología para apurar el objetivo. Los dos bandos están atacando civiles.

¿Cuánto tiempo ha pasado en Siria?

Fui el 1 de enero y no tenía fecha de vuelta. Todo fue bien hasta el último día. Al final, he tenido que volver obligado y a la vez voluntariamente. Estaba deseando volver, claro.

Uno de sus trabajos es sacar buenas fotos. El otro, venderlas. ¿Cómo ha conseguido publicar en 'The New York Times' o 'The Washington Post'?

He tenido suerte, pues durante mi estancia en Libia conseguí varios contactos. Es Associates Press (AP) la que vende mis fotos. Es indispensable tener el apoyo de una agencia. También he escrito reportajes para el periódico Gara y la revista Argia. Me interesa escribir, pues quiero ofrecer mi propia versión. Quiero que se sepa, por ejemplo, quiénes integran cada grupo, que no todos los que luchan contra Al Assad son islamistas, que también hay cristianos y comunistas entre ellos...

¿En qué países ha trabajado hasta ahora?

He estado en Libia, Tailandia, Birmania, Irak, Turquía, Sáhara, Argelia, Kabilia, Mauritania, Mozambique y Siria. Llevo dos años y medio en esto.

¿La del secuestro ha sido la experiencia más traumática?

En el plan personal, sí, pero en Libia también pasé momentos muy duros. Concretamente, durante los tiroteos. Entramos en Sirte y los gadafistas se defendían muy bien. El día anterior a la vuelta estuve en apuros.