PAMPLONA. El navío, construido en 1976, zarpó de la isla canadiense de Terranova el 23 de enero arrastrado por un remolcador. Debía dirigirse a la República Dominicana, donde su propietario, un chatarrero, tenía la intención de desguazarlo. Pero el cable que lo unía al remolcador se rompió al día siguiente de la partida, y el 'Lyubov Orlova' quedó a la deriva como un barco fantasma.
Las autoridades canadienses no parecen preocuparse mayormente por su suerte, e incluso reconocieron el lunes que no sabían dónde se encontraba.
El barco se encontró rápidamente en aguas internacionales, sin luces, según la asociación ecologista Robín de los Bosques, ni balizas de localización, según las autoridades canadienses.
Según Robin des Bois, se desconoce el paradero exacto de la nave, sin tripulación, luces ni balizas de localización, pero podría estar siguiendo "la trayectoria contraria a la que efectuó el Titanic" y dirigirse hacia Irlanda.
En esa situación, el crucero corre el peligro de chocar contra un iceberg o, debido a su mal estado de conservación, sufrir una avería y hundirse, advirtió la asociación.
En el caso de un barco a la deriva con pasajeros a bordo, la Convención Internacional de Salvaguarda en el Mar podría aplicarse, pero nada está previsto en el caso de un barco vacío, agrega.
El riesgo es un accidente "en una zona de intenso tráfico marítimo" y la contaminación.