Bruselas. El nombre de Marc Dutroux, enemigo público número 1 de Bélgica, sigue siendo sinónimo del mayor horror que un hombre puede cometer. Ayer, nueve años después de que fuera condenado a cadena perpetua por el secuestro y violación con tortura de seis niñas y jóvenes de entre 8 y 19 años de las que asesinó a cuatro, presentó una solicitud para portar un brazalete electrónico que le permita purgar el resto de su condena fuera de prisión. Se trata del paso previo a una libertad condicional que tendrá derecho a solicitar a partir del 30 de abril cuando cumplirá un tercio de su condena. La decisión se conocerá el 18 de febrero.
No hay imágenes de la comparecencia porque se produjo a puerta cerrada, pero según el presidente del tribunal de primera instancia de Bruselas, Luc Hennart, se desarrolló en perfecta serenidad. Los jueces escucharon primero y por espacio de hora y media al asesino y su abogado. Después pudieron entrar en la sala de audiencias, aunque no se cruzaron, el padre y hermano de Eefje Lambrecks, una de las jóvenes asesinadas y única familia presente ayer en la corte de justicia. Otros familiares en protesta por la prohibición de acceder al dossier completo no acudieron a la audiencia y presentarán recurso ante el tribunal de derechos humanos de Estrasburgo.
"Como saben las víctimas no tienen acceso al expediente pero la presidencia del Tribunal se ha tomado su tiempo para explicar cómo se desarrollará todo", explicó. Los tres magistrados del Tribunal de Aplicación de Penas escucharon también a la fiscalía y al director de la prisión que recomiendan rechazar la solicitud. Por eso, la sensación generalizada es que Dutroux no se saldrá con la suya. Hasta su médico, Michel Matagne, reconocía ante la radiotelevisión belga que su paciente no ha cambiado en 16 años. "Visto lo que ha vivido, se ha metido en una burbuja y está desconectado de la realidad. Vive aislado 24 horas de 24, ninguna persona se comunica con él, ni accede al patio o al gimnasio. Sería una locura liberarle lo mismo que es una locura como se le trata en prisión. Es imposible reinsertar a nadie en estas condiciones", advertía.
Detrás de estas palabras está un hombre que sigue suscitando mucho odio. Prueba de ello es el dispositivo policial movilizado ayer con cientos de policías, helicópteros, vallas metálicas y hasta un vehículo blindado con un coste estimado de entorno a 50.000 euros. Todo ello para prevenir el asalto de manifestantes y hasta una eventual fuga de Dutroux, que ya protagonizó una muy sonada en abril de 1998 en el tribunal de Arlon, dejando a la policía belga en el ridículo más absoluto. En esta ocasión, su petición llega precedida de la liberación de su exmujer y cómplice, Michel Martin, que terminará su condena en un convento de monjas clarisas. Una decisión que originó hace unos meses una reforma urgente para endurecer los requisitos legales de acceso a la libertad condicional. Según la nueva ley, que no está en vigor, un condenado a más de 30 años de prisión no podrá solicitar su libertad condicional antes de 15 años de reclusión (10 años ahora) y la decisión se adoptará por la unanimidad de 5 jueces frente a los 3 actuales.