El Cairo. La nueva ola de violencia entre israelíes y palestinos ha permitido al presidente egipcio, el islamista y poco carismático Mohamed Mursi, colocar a su país en el centro geopolítico de Oriente Medio, gracias a su mediación en la crisis que ha tenido como primer éxito un acuerdo de alto el fuego. "Este es un momento crítico para la región. El nuevo Gobierno egipcio está asumiendo la responsabilidad y el liderazgo que han convertido durante mucho tiempo a este país en una piedra angular de la estabilidad y la paz", señaló el miércoles la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, al anunciar la tregua.
Con estas palabras, pronunciadas al lado del ministro egipcio de Exteriores, Mohamed Kamel Amr, Estados Unidos daba un espaldarazo a la labor desempeñada por el presidente egipcio en esta crisis que amenaza con desencadenar un conflicto a gran escala. Ese momento era importante para Mursi, al permitirle protagonizar el anuncio de un alto el fuego fiable junto a la jefa de la diplomacia de Estados Unidos, país aliado de Israel y que mantiene cierto recelo sobre el papel de este islamista que parecía demasiado identificado con la causa palestina y, especialmente, con los radicales de Hamás.
Al mismo tiempo, y según revelaban fuentes israelíes y palestinas, Egipto se convertía en el garante de un futuro acuerdo "duradero" de paz entre Israel y Hamás. Desde que empezó la ofensiva israelí sobre Gaza, el pasado 14 de noviembre, Mursi ha desarrollado una frenética actividad diplomática que ha convertido a El Cairo en el escenario de conversaciones a varias bandas y del máximo nivel.
Por la capital cairota han pasado estos días desde Clinton hasta el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, además de varios mandatarios de la Unión Europea, mientras Mursi mantenía frecuentes contactos telefónicos con los líderes de Israel, Estados Unidos, Irán o Turquía para detener el conflicto. Su primera iniciativa tras desatarse la operación Pilar Defensivo fue enviar a su primer ministro a la sitiada Gaza, en una de las visitas de mayor importancia a la zona desde la llegada al poder de Hamás en 2007.
Qandil lanzó allí un mensaje de apoyo a los palestinos que pareció posicionar a El Cairo junto a Hamás, lo que sembró la desconfianza entre los israelíes y Washington. Pero tanto Israel como EE.UU., conscientes de que no podían establecer contactos directos con Hamás, optaron por presionar a Mursi para que usara sus buenas relaciones con el grupo para propiciar un acuerdo.