Gaza. La escuela Gaza Il Ijdide, gestionada por la UNRWA, se ha convertido estos días en refugio improvisado de parte de los 11.000 palestinos desplazados del norte de Gaza que huyeron de los bombardeos israelíes. Llegaron allí sin apenas nada, tras caminar más de una hora desde sus hogares en Bet Lahia, Alatra, Beit Hanun y otras localidades cercanas a la divisoria con Israel, después de que el Ejército les advirtiese de que evacuasen la zona porque iba a ser bombardeada.

La ofensiva israelí contra Gaza ha dejado un saldo de 147 palestinos muertos y más de 1.100 heridos -22 de los fallecidos y 227 de los heridos son menores de edad-, mientras que, del otro lado, cinco israelíes han perdido la vida y alrededor de 50 han resultado heridos por los cohetes palestinos y en el atentado perpetrado en Tel Aviv -14 de los heridos israelíes son niños-.

Im Said Umar, una mujer en la cincuentena, salió corriendo de su casa de Gaza cuando su familia y ella recibieron panfletos en árabe lanzados por el Ejército israelí que les pedían que evacuasen la zona, que iba a ser atacada. "Vinimos después de vivir ocho días horribles de guerra. Estábamos en casa todo el tiempo y las bombas caían sobre nuestras cabezas", señalaba Umar, que precisó que su barrio, en un campo de refugiados, está "apenas a unos metros de la frontera".

Al patio del colegio, con dibujos infantiles en los muros y una cancha de fútbol, iban llegando ayer nuevos desplazados, que entraban cargando colchones y mantas. Un camión cisterna finalmente llegó por la mañana y distribuyó agua en botellas de refrescos vacías que llenaban mujeres. Nedal Al Alat, del barrio de Alatatra, llegó el martes con su mujer y tres hijos. Caminó con ellos una hora, con miedo a que una bomba les golpease a él y su familia por el camino. "Solo cogí a los niños y algo de ropa, nada más. Pero han venido vecinos a darnos mantas", explicó, y se quejó de que su hija más pequeña, Gadir, de ocho meses, "no ha tomado leche desde ayer (por el martes)".

Reconoció que no se sentía del todo a salvo en el improvisado refugio, ya que en la anterior ofensiva contra Gaza, Plomo Fundido, Israel bombardeó instalaciones de la ONU, incluido un almacén humanitario. "No hay ningún sitio donde estar a salvo", aseguró. La mayoría de desplazados reconoció que la pasada noche no había logrado conciliar el sueño. Y es que en cada aula se agrupan diez familias, más de 50 personas. No hay camas instaladas y cada uno duerme como puede.