El nuevo secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh), Xi Jinping, dio muestras de pequeños cambios en la oratoria durante la presentación de los miembros que forman el nuevo Comité Permanente. Sin embargo, debido a sus perfiles no se espera que lleven a cabo una gran reforma. "Lucharemos para hacer realidad el deseo de la gente de una vida mejor", señaló un Xi Jinping pletórico en el Gran Palacio del Pueblo. El vicepresidente es un candidato de consenso entre las facciones de poder que ha sabido agradar a unos y a otros. Se daba por seguro que el Congreso le nombraría ayer nuevo secretario general del Partido para relevar al presidente Hu Jintao, a quien en los próximos meses también sustituirá como jefe de Estado y al frente de la Comisión Militar Central.
Alto, de carácter abierto y seguro de sí mismo, ha sabido hacer carrera en las provincias, lejos del centro de poder en Pekín, y se ha creado una imagen de pragmático, capaz de resolver problemas difíciles, así como de discreto, hasta el punto de que hasta hace muy poco se le conocía, más que por sus cargos, por estar casado con Peng Liyuan, una famosa cantante folclórica china.
El recién elegido como secretario general del PCCh sorprendió a todos los asistentes dejando a un lado el estilo comunista, y en muchos casos aburrido, de su predecesor. Xi explicó durante su intervención que es consciente de las grandes expectativas que se tienen en el Partido y la responsabilidad que tienen los nuevos cargos así como sus miembros.
"Nuestro pueblo tiene un ardiente amor por la vida. Ellos quieren tener una mejor educación, empleos más estables, más ingresos, mayor seguridad social, una mejor atención médica y sanitaria, mejores condiciones de vivienda y un medio ambiente mejor", enumeró Xi, resumiendo así los problemas más importantes que sufren muchos ciudadanos chinos.
Además, recordó que para que los hijos tengan un crecimiento sano, un buen trabajo y puedan llevar una vida más agradable, solo será posible gracias "al trabajo duro que crea toda la felicidad del mundo". Camino del escenario, tanto Xi como Li Keqiang, número dos del Partido, no dejaron de saludar con la mano a los presentes. Li se presenta como el tecnócrata, que administra los problemas con talento, para ser así el futuro sucesor del primer ministro chino, Wen Jiabao.
En el número tres está Zhang Dejiang, quien se adjudicó el mando de la metrópolis de Chongqing cuando salió a la luz el escándalo de corrupción del defenestrado Bo Xilai, uno de los exlíderes chinos más carismáticos que se recuerdan. Siguiendo a Zhang en el Comité Permanente está Yu Zhengsheng, jefe del Partido en la ciudad de Shanghai, quien tiene fuertes conexiones con el expresidente Jiang Zemin (1993-2003) y quien consiguió afianzar su carrera política a pesar de la deserción de su hermano mayor a Estados Unidos.
El quinto puesto fue para Liu Yunshan, quien es el responsable del aparato de propaganda del PCCh, en un país con 600 millones de internautas y donde se censuran todos los contenidos y comentarios que no pasan el control de la censura. En el sexto lugar se quedó Wang Qishan, recién nombrado presidente del Comité de Disciplina y exalcalde de Pekín. De 64 años, tiene fama de poner solución a los problemas y siempre ha destacado por su trabajo en el lado económico, donde ha tenido que lidiar con unas complicadas relaciones comerciales chinas. En la séptima posición se encuentra Zhang Gaoli, de claro perfil económico y quien ha ocupado cargos en varias ciudades costeras chinas, en especial en Tianjin, donde, bajo su mandato, la ciudad albergó el Foro Económico Mundial. En definitiva, una cúpula formada exclusivamente por hombres, en general de trayectoria conservadora, y que deja fuera a reformistas y a la única mujer que tenía posibilidades de ocupar uno de los asientos.
Ni reformistas ni mujeres Tras acabar las presentaciones, los siete miembros volvieron a salir haciendo fila. Todos vestían traje de color negro, con corbatas de tonos rojos y el mismo peinado con ralla impecable y teñido en color negro azabache. Entre ellos, no estaban ni el reformista Wang Yang, ni la delegada Liu Yandong, acabando así con toda expectativa de que ella podía ser la primera mujer en el grupo que toma las decisiones de la segunda potencia económica mundial.
Sin embargo, tanto Liu como la delegada Sun Chunlan han sido elegidas miembros del Politburó que agrupa a 25 miembros. Liu tiene todas las papeletas para convertirse en marzo en una de las vicepresidentas de China, mientras que Sun podría pasar a gobernar la ciudad portuaria de Tianjin.
Ahora Pekín vuelve a la normalidad tras unas semanas de férreo control, que incluyeron la detención o alguna medida de carácter restrictivo a unas 130 personas. Entre ellos el activista y defensor de los afectados por el sida, Hu Jia. Por su parte, el Club de Corresponsales extranjeros ha hecho público un escrito en el que se muestra consternado por que muchos corresponsales no hayan podido acudir a la presentación del Comité Permanente. Medios como The New York Times y Bloomberg no han sido invitados a la cita, posiblemente debido a las informaciones publicadas sobre la fortuna de Wen Jiabao y el patrimonio de Hu Jintao.