Jerusalén. Cuando se va a cumplir cuarenta años de la guerra de Yom Kipur, Israel volvió ayer a atacar a Siria. Fueron disparos de advertencia pero eleva la tensión en el Golán a su punto máximo y con ello el riesgo de que el conflicto sirio desemboque en una confrontación regional de consecuencias imprevisibles. El incidente transfronterizo se produjo después de que el Ejército israelí respondiera al lanzamiento de un proyectil de mortero procedente de ese país y que alcanzó una posición militar en los Altos del Golán, ocupados por Israel desde la guerra de los Seis Días, de 1967. Según un comunicado divulgado por las Fuerzas Armadas israelíes, el proyectil, que al parecer habría caído por error, no causó víctimas ni daños materiales.

Los hechos, "relacionados con el conflicto interno en Siria", ocurrieron en una posición israelí cercana a la frontera que divide ambos países desde 1967, refiere el parte militar, que subraya que "los soldados hicieron disparos de advertencia hacia zonas sirias". El Ejército también ha presentado una queja a las fuerzas de interposición de la ONU que vigilan el alto el fuego de 1974 en el que destaca que "no tolerará ningún tipo de fuego desde Siria" y que cualquier incidente "será respondido con dureza". En las últimas semanas Israel ha denunciado en al menos otras dos ocasiones que disparos efectuados desde Siria han alcanzado el lado israelí de la frontera y el gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, envió varios mensajes de advertencia al régimen de Bachar al Asad.

El viceprimer ministro israelí, Moshé Yaalón, también titular de Asuntos Estratégicos, refirió el viernes que Israel sabe cómo defender a sus ciudadanos y su soberanía en caso de que la violencia procedente del territorio sirio comience "a extenderse en nuestra dirección". "Consideramos al régimen en Siria como responsable de lo que sucede en la frontera", manifestó el ministro en una red social. Un día antes tres disparos erráticos de artillería cayeron en la meseta del Golán y otros tantos lo hicieron la semana anterior. El ministro de Defensa, Ehud Barak, advirtió el domingo en un entrevista con la radio israelí que no piensan tolerar nuevas agresiones procedentes de Siria. Los militares israelíes consideran que las salvas sirias cruzaron la frontera por error, pero que en realidad son fruto del enfrentamiento que mantienen las fuerzas del presidente Bachar el Asad con los rebeldes sirios. Más de 38.000 personas han muerto fruto de la represión gubernamental que pretende sofocar la rebelión nacida al calor de la llamada primavera árabe en Siria hace 20 meses. Desde entonces, la frontera que separa Israel de Siria había permanecido en relativa calma. Pero en los dos últimos meses, el Ejército israelí ha contado hasta ocho incidentes en los que balas perdidas terminan en suelo israelí. En el plano político, Israel ha mantenido un perfil muy bajo en relación con el conflicto en Siria. El régimen de Damasco es uno de sus enemigos acérrimos debido en buena parte a su alianza con Teherán, país al que Israel considera una amenaza para su existencia. Los dirigentes israelíes son sin embargo conscientes de que cualquier declaración de apoyo a los rebeldes sirios podría causar un efecto contrario al deseado debido al fuerte sentimiento antiisraelí en la zona. Una posible victoria de las fuerzas rebeldes despierta también cierto recelo entre los israelíes que temen el auge de las fuerzas islamistas en la zona. Este incidente transfronterizo se produce en un momento de alta tensión entre Israel y los grupos armados de la franja de Gaza. La escalada militar de las últimas horas se ha recalentado en los últimos meses hasta temperaturas propias de una inminente guerra que podría verse catalizada por la proximidad de las elecciones israelíes y la petición de la OLP a la ONU de que reconozca el estado de Palestina.