Pekín. Mientras el mundo sigue pendiente de la victoria de Barack Obama en Estados Unidos, al otro lado del planeta ha comenzado el Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), con mucha menos presencia mediática pero del que saldrán elegidos los nuevos líderes y los aproximadamente 200 cargos del Comité Central de la segunda potencia económica del mundo.
La obsesión para que todo salga bien queda palpable en la seguridad de la capital china, Pekín, donde hay casi 1,5 millones de voluntarios y policías para controlar que no haya protestas, ni altercados y que reine la armonía social que proclama constantemente el presidente chino, Hu Jintao.
Las medidas de seguridad en Pekín han llegado más allá que en otros años y congresos previos. En esta ocasión, se han retirado las manillas de las ventanas a los taxistas para que los clientes no puedan lanzar panfletos, se han prohibido los vuelos de palomas mensajeras para que no distribuyan ningún mensaje negativo y se han retirado los cuchillos y otros objetos punzantes de la venta.
Precisamente, fue el presidente Hu el encargado de abrir el Congreso del PCCh con un discurso que rondó la hora y media y que se hizo demasiado pesado y largo debido al estilo del mismo, con 62 páginas en las que primó más la tradición en la expresión y el objetivo de garantizar el control del Partido en el contenido que anunciar medidas nuevas u ofrecer grandes titulares.
El actual presidente del gigante asiático, que dejará su cargo al actual vicepresidente Xi Jinping, se dirigió desde la tribuna a los 2.270 delegados del PCCh, entre los que figuraban los nueve miembros del Comité Permanente del Politburó y los 25 del Politburó. De ellos, el conservador Jiang Zemin, secretario general del partido entre los años 1989 y 2002, sentado en una posición destacada.
Corrupción Hu centró su discursó en la batalla contra la corrupción, haciendo un llamamiento a ejercer una estricta autodisciplina, reforzar la educación, así como la supervisión de sus familiares y del personal a su cargo. "El PCCh debe garantizar que se siguen estrictos procedimientos en el ejercicio del poder y potenciar la supervisión de los cuadros dirigentes, especialmente de los principales", destacó el dirigente comunista.
Este llamamiento supone un caso claro de aviso a otros delegados a que se atengan a las consecuencias en el caso de que decidan seguir los pasos del crucificado exlíder Bo Xilai, que había ocupado los puestos de alcalde, gobernador e incluso ministro de Comercio, pero que fue expulsado del PCCh acusado de corrupción, y salpicado también por el asesinato del ciudadano británico Neil Heywood, cometido por su mujer Gu Kailai.
Hu Jintao afirmó que combatir la corrupción y fomentar una política limpia es una cuestión política de gran importancia para el pueblo y constituye un compromiso político claro y de largo plazo del Partido. Y fue más allá: "Una solución indebida de esta cuestión dañaría fatalmente al Partido e incluso arruinaría tanto a él como al Estado".
Opinión ciudadana Para la joven Liu es un paso muy importante que "los dirigentes se han dado cuenta de un hecho tan grave como es la corrupción y que la quieran atajar con determinación", explica en declaraciones a DNA. Muchos de los casos de corrupción provienen del dinero malgastado a nivel provincial, que iba destinado a proyectos de infraestructuras, pero también del soborno para obtener votos y de cuotas escolares arbitrarias.
"He escuchado el informe del presidente y creo que los líderes saben perfectamente los problemas que hay, yo creo que este viene de las provincias y de cómo parar este círculo vicioso de los hijos y familiares de los líderes", cuenta Tan Li mientras compra un periódico.
En el ámbito militar, donde China cuenta ahora con un portaviones, Hu abordó la adaptación a las nuevas estrategias de seguridad del Estado, planeando el manejo de las fuerzas militares en tiempos de paz, profundizando los preparativos para la lucha militar y aumentando la pluralidad de misiones militares. "China acelerará la modernización de la defensa nacional y las fuerzas armadas", recalcó Hu.
Mientras, en materia económica hubo espacio para prometer acelerar la implantación de un mecanismo destinado a aumentar la demanda de consumo, con el fin de liberar el potencial de consumo de la población, mantener el incremento de las inversiones y expandir el mercado doméstico, y no depender así tanto de las exportaciones, más teniendo en cuenta la crisis en los países europeos que repercute directamente en las ventas chinas.
"Duplicaremos el PIB y la renta per cápita de la población urbana y rural de 2010 sobre la base de una mejora notable del equilibrio, la coordinación y la sostenibilidad del desarrollo", destacó Hu como meta para el año 2020. Chun, una usuaria de Weibo, el servicio similar a Twitter en China, aseguraba que las medidas sobre el papel eran estupendas, pero que "los planes tenían que llevarse en su totalidad a la práctica para que funcionasen y se viesen cambios".
Silencios Sin embargo, el presidente chino no mencionó otros asuntos como la política del hijo único y el permiso de residencia llamado hukou, que impide a muchas familias inmigrantes acceder a prestaciones básicas como sanidad y educación, de los que se especulaba sobre su posible reforma.
Y es que, aunque bajo su mandato el país asiático ha conseguido numerosos progresos, en especial en lo económico, además de organizar unos Juegos Olímpicos, Hu es criticado por muchos por su "década perdida", que no ha aprovechado para dar un impulso en la política, la cultura y en lo social, donde las políticas no se han movido ni un milímetro.
Ahora queda esperar a la semana que viene, cuando se despejarán las dudas sobre los miembros que entrarán a formar parte del Comité Permanente del Politburó y que ayudarán a gobernar al futuro presidente, Xi Jinping, y el próximo primer ministro, Li Keqiang.