Beirut. En Líbano, la lista de atentados con bomba sin esclarecer es larga. Pero aun cuando los autores no comparecen ante la justicia, la explosión de un coche bomba en Beirut puede generar un terremoto político. Así fue en 2005 cuando el ex presidente Rafik al Hariri murió al estallar un coche bomba y así es en estos momentos tras el atentado contra el general Wissam al Hassan. Como los crímenes políticos no suelen esclarecerse, muchos libaneses se han acostumbrado a tratar sus teorías personales sobre los culpables y los autores como un resultado oficial.
Y en el caso del atentado contra Al Hassan todas las pistas llevan a Damasco. Los indicios políticos à la libanaise demuestran: Al Hassan era sunita, como la mayoría de los revolucionarios sirios y una gran parte de la oposición libanesa. Había abierto una investigación contra un ex ministro, del que se sospechaba que, junto con la asesora presidencial siria Buthaina Shaaban, planeaba perpetrar atentados en Líbano. Al parecer el ex ministro de Información Michel Samaha, en prisión preventiva desde agosto, ordenó trasladar para ello material explosivo de Siria a Líbano.
Menos seguidores tiene la tesis de que Al Hassan fue asesinado por el servicio secreto israelí Mossad porque recientemente participó en el desmantelamiento de una red de espionaje israelí en Líbano. El Movimiento opositor 14 de marzo recordó ayer, un día después del multitudinario entierro del general, cómo éste se había esforzado por conseguir las pruebas suficientes para que se presentara una acusación contra el ex ministro Samaha, la asesora Buthaina Shaaban y el jefe de los servicios secretos sirios Ali Mamluk. El general tenía claro que una condena iba a agravar las tensiones políticas entre el bando antisirio que lidera el ex jefe de gobierno que vive en el exilio Saad Hariri y la coalición de gobierno prosiria que lidera el movimiento chií Hezbolá. Días antes del asesinato, señaló: "Este caso es una espada de doble filo. No se puede silenciar en vista de las pruebas aplastantes que he entregado a la justicia. Pero presentar una demanda tampoco se puede hacer, pues en vista de las circunstancias actuales tendría repercusiones políticas negativas". Entre las pruebas que tenía Al Hassan figura, según la prensa, una grabación de una conversación telefónica entre Shaaban y Samaha.